El inglés y el hebreo son lenguas opacas, en las que no se lee igual que se escribe. El castellano es justo lo contrario, porque cada letra tiene un único sonido. Y el chino tiene un alfabeto logográfico, en el que cada signo representa una palabra. Son idiomas muy diferentes entre sí que se escriben, se leen y se hablan de maneras muy distintas. Sin embargo, en los cerebros de sus hablantes se activan áreas comunes tanto para descifrar el lenguaje escrito como el oral.
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