“Los fusilados ascendían a la espantosa cifra de 150.000 solo en Andalucía y Badajoz. Lo más monstruoso es que los jefes falangistas que tienen a su cargo la represión son bendecidos por el clero. Van a misa por la mañana, comulgan con gran unción y salen de la iglesia para continuar su obra macabra».  
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