A James Cameron se le conoce por ser un tipo difícil en los rodajes. No tanto por su temperamento, que también, sino por su intransigencia a modificar alguna escena por imposible que parezca. “Todo o nada”, suele ser repetir el cineasta, y en Terminator II llevó esa obstinación hasta el límite. Esta fue la historia de una escena que detuvo el aliento de todo el set durante varios segundos. Dos veces.
Comentarios
Qué bestialidad. El tal Tamburro es un maestro.
Pues, lo clavó