Hace 7 años | Por --45096-- a theatlantic.com
Publicado hace 7 años por --45096-- a theatlantic.com

En la década de 1990, Paul Romer revolucionó la economía. En los albores del siglo XXI, se hizo rico como empresario de software. Ahora está promoviendo políticas para ayudar a los países más pobres a desarrollarse- convenciéndoles para establecer "Ciudades Modelo" gobernadas desde el extranjero dentro de sus fronteras. La idea de Romer es poco convencional, incluso neo-colonial la mejor analogía es de arrendamiento histórico de Gran Bretaña de Hong Kong.

Comentarios

BillyTheKid

"En la década de 1990, Paul Romer revolucionó la economía" Y ahí he parado de leer

D

Atajo políticamente correcto para acabar con la pobreza: no votar a la derecha.

Findeton

Es desde luego un punto de vista muy políticamente incorrecto. Es bueno leer este tipo de cosas para saber qué piensan los demás y la idea desde luego tiene su mérito al menos por su creatividad. Probablemente yo no estaría de acuerdo con que hicieran algo así en mi país.

PD: #0@rodz leíste esto en ycombinator?

D

#3 aquí https://www.reddit.com/r/Economics

Es algo que no se ha hecho en ningún país gobernado democráticamente. Tener un pedazo de ti, bajo leyes extranjeras no sería muy popular. La teoría supongo que es las leyes de los países desarrollados son superiores y el resto del país acabaría adoptandolas voluntariamente.

Caresth

#4 Cuántas veces habré pensado que establecer unas zonas controladas en sitios sin ley, como por ejemplo Etiopía y mantener la zona segura unos años podría ser el germen de un país mejor. Siempre me lo imagino como aquel jueguecito de windows en que ibas controlando una zona cada vez mayor. Luego la realidad es tozuda y parece que la gente prefiere vivir mal bajo sus propias leyes (o más bien siempre hay alguien que maneja el cotarro al que le viene bien que los otros vivan mal).

t

Más de una vez he pensado que lo suyo sería que los gobernantes de un país/región sean de un lugar completamente diferente. Por ejemplo, que a España la gobierne un húngaro, y a Hungría un neozelandés, y siempre desde allá. Así no habría peligro de tráfico de influencias, meter mano en la caja o beneficiar a tus amiguetes. Sería simple y aburrida gestión.

También recuerdo un libro de ciencia ficción, en el que proponían un sistema de gobierno según el cual quedaban descartados para gobernar todos los ciudadanos que tuvieran voluntad de hacerlo. Si querían gobernar, eran demasiado "sospechosos" y se descartaban, y los que gobernaban al final eran alguno de los restantes, por sorteo (te gustase o no).