Yo soy discípulo de una profesora argentina que llegó a Valencia cuando los militares volvieron invivible su país. Se llamaba Sonia Mattalía. Y la Universidad de Valencia es un lugar mejor porque ella trabajó allí durante toda su vida académica. Una de las innumerables consecuencias que este hecho tuvo es que yo -un valenciano de Paterna para quien la Argentina era básicamente el país de Mario Alberto Kempes– empezara a sentir América Latina como algo propio.
Comentarios
Por todas esas cosas quiero recordar orgullosamente hoy que uno de los caminos del exilio argentino de los setenta llegó hasta Valencia y -como a muchos otros compañeros y compañeras- me cambió la vida.
Grande...