Hace 9 años | Por CarlosJG a irreductible.naukas.com
Publicado hace 9 años por CarlosJG a irreductible.naukas.com

Son las siete de la tarde y Alain observa tranquilo el atardecer desde una cómoda butaca en la mansión de un amigo en Nueva York. El joven francés recuesta su espalda hacia atrás en el asiento, cierra los ojos y nota la quietud de la estancia. Se relaja un poco más y se descubre a sí mismo con un pensamiento extraño… ¡Qué raro!, el suelo no se mueve...