En el corazón de los Montes Torozos, en el municipio de Castromonte, se alza el Monasterio de la Santa Espina, un edificio que a simple vista ya impone por su callada factura pétrea y entrada amurallada. Este lugar no solo es testigo de una rica herencia histórico-artística, sino también de un paisaje natural cargado de misterio y belleza ancestral. Allí se encontraron Carlos V y Jeromín, y allí se conserva una presunta espina de la corona de Cristo que fue el germen de su fundación por la reina Urraca I de León.
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