Hace 4 años | Por the_phet a elpais.com
Publicado hace 4 años por the_phet a elpais.com

Cuando al fin pisamos la base de la montaña, salimos disparados hacia el refugio, recogemos todo y volamos hacia el teleférico. Tenemos una hora para llegar. Me disculpo ante Fernando por el estrés al que le he sometido y le pregunto por la experiencia. “Me ha gustado la montaña, pero el estrés es tan brutal que… nunca más”. Por muy buenas que sean las formas, en estas circunstancias los guías torturamos a los clientes, presionándoles para que avancen, para que corran por el bien de ambos. Puede que sea legítimo, pero resulta violento y cruel.

Comentarios

Novelder

Muy bueno el artículo. Yo a mi nivel, infinitamente mucho más bajo lo tengo muy claro, si no creo que pueda disfrutar no lo hago, prefiero hacer cosas más sencillas antes que subir el estrés al límite de no disfrutar y de ni mirar el paisaje.

mmlv

Uno de los alicientes de la montaña es la soledad y la tranquilidad, lo último que me apetece en el monte es hacer cola o estresarme por la gente.