Hace 6 años | Por --546793-- a naukas.com
Publicado hace 6 años por --546793-- a naukas.com

En los últimos años, la vieja idea enseñada en las escuelas referida a que los seres humanos tenemos cinco sentidos está cada vez más desechada. Por supuesto somos capaces de oler, oír, tocar, ver y saborear...

Comentarios

D

Preguntad a un vegano

Peka

#1 Toma

D

#12 puede servir como cuchara para un buen cocido, gracias

D

#12 Ahora y fuera de bromas (por mi parte), hace ya un tiempo, por estos sitios tuve una pequeña trifulca en forma de discusión al respecto de que porqué las respuestas (químicas principalmente) de las plantas ante agresiones no eran consideradas por los veganos como maltrato hace esas especies, limitándose a considerar que sólo si grita, muge, maulla, o patalea es un ser que está siendo atacado y cuyo sufirmiento hay que evitar. En cierto modo carecen de un sistema nervioso que se encargue de transmitir estímulos a un sistema central, pero sí tienen sentidos, sólo que de otro modo. Así que desde entonces no pierdo ocasión.

En el fondo, las plantas están tan emparentadas en origen con nosotros como lo pueda estar una mosca.

Peka

#16 Si la maldad del comentario ya lo había pillado.

Yo imagino que sufren hasta los bichos microscopicos cada vez que hacemos muchas cosas diarias, pero también entiendo la empatía que tienen los veganos con los animales.

Me parece bien que el numero de veganos suba y baje el consumo de carne, por que no es sostenible el sistema actual, por no decir que tampoco es bueno comer tanta carne.

D

#17 Que no es sostenible es algo con lo que estoy de acuerdo contigo, pero la cosa de la empatía me parece muy disney y no me parece una solución sino puro snobismo en muchos casos.

Peka

#18 Casos tendrás para todo, imagino que en las empresas que crean los productos procesados veganos tampoco serán los dueños veganos. Pero pienso que no hacen mal a nadie, han creado un nuevo mercados, generan riqueza y los únicos perjudicados son ellos por la falta de vitaminas al no ser omnivoros.

ÆGEAN

#1 Jojojojojojojojo, de los mejores que he visto tuyos o de@JavierB

Norawena compi

D

#1
no soy vegano pero queria compartir este texto cn el personal. gracias
-
Extraido del articulo "Los hombres que miraban fijamente a las plantas " de José Luis Fernández Casadevante
un antiguo experto en polígrafos de la CIA llamado Cleve Backster, al que se le ocurrió conectar un galvanómetro a una planta de su despacho. Al principio no recibió respuestas, pero p ara su sorpresa cuando pens ó en hacer daño a la planta para estimularla el polígrafo se volvió loco. Un resultado que llevó a Backster a obsesionarse con la realización de investigaciones que demostrasen c ó mo reaccionaban distintas plantas ante pensamientos positivos o negativos sobre ellas, así como la existencia de una memoria vegetal o la capacidad de estas para familiarizarse con las personas.

Recientemente el periodista y profesor de la Universidad de Berkley, Michel Pollan actualizaba los debates científicos sobre la inteligencia de las plantas, valorando si se puede hablar de una “neurobiología vegetal”, e n un breve y recomendable texto traducido como Tesis, antítesis y fotosintesis . En é l plantea c ó mo la planta tiene que encontrar todo lo que necesita y defenderse sin moverse de su sitio. Hace falta un aparato sensorial muy desarrollado para ubicar el alimento e identificar las amenazas. Las plantas han desarrollado entre 15 y 20 sentidos diferentes, entre ellos cinco homólogos de los nuestros: olfato y gusto (sienten y responden a los productos químicos contenidos en el aire o en sus propios organismos), vista (responden de maneras distintas a las diversas longitudes de onda de la luz y también a la sombra) y tacto (las plantas trepadoras y las raíces “saben” cuándo se topan con un objeto sólido). Y también oído: Heidi Appel, ecóloga especializada en química de la Universidad de Mis so uri, ha descubierto que cuando se reproduce una grabación en la que se oye a una oruga masticando una hoja, la planta pone en marcha mecanismos genéticos para generar productos químicos defensivos.

Así que, más allá de las disquisiciones terminológicas, este debate sobre la inteligencia de las plantas resulta muy inspirador para reflexionar sobre la inteligencia o estupidez de una sociedad aterradoramente despreocupada de su ecodepencia. Extraemos de la naturaleza los recursos que nos permiten sostener nuestra vida y a largo plazo cualquier idea de buena vida debe garantizar la reproducción de los ecosistemas naturales de los que depende, sin ellos no hay modelo socioeconómico perdurable en el tiempo.
Nuestra preocupación por la inteligencia artificial o por saber si hay vida inteligente fuera del planeta son metáforas perfectas del desapego por lo material (agua, clima, tierras de cultivo, cuerpos…) de una matriz de pensamiento científico-productivista. Una inteligencia ecológica necesitaría de lo que Sousa Santos llama un acto de justicia cognitiva global , sustituyendo la monocultura del conocimiento científico por una ecología de saberes ( locales, campesinos, indígenas, cosmopolitas…) que lo complementen con otras formas de saber y de producir conocimiento. Un a manera de avanzar hacia las culturalezas que plantea Narciso Barrera donde prácticas culturales y naturaleza se se encuentran, superponen, condicionan y retroalimentan hasta convertirse en un misma cosa.Extraido del articulo "Los hombres que miraban fijamente a las plantas " de José Luis Fernández Casadevante
un antiguo experto en polígrafos de la CIA llamado Cleve Backster, al que se le ocurrió conectar un galvanómetro a una planta de su despacho. Al principio no recibió respuestas, pero p ara su sorpresa cuando pens ó en hacer daño a la planta para estimularla el polígrafo se volvió loco. Un resultado que llevó a Backster a obsesionarse con la realización de investigaciones que demostrasen c ó mo reaccionaban distintas plantas ante pensamientos positivos o negativos sobre ellas, así como la existencia de una memoria vegetal o la capacidad de estas para familiarizarse con las personas.

Recientemente el periodista y profesor de la Universidad de Berkley, Michel Pollan actualizaba los debates científicos sobre la inteligencia de las plantas, valorando si se puede hablar de una “neurobiología vegetal”, e n un breve y recomendable texto traducido como Tesis, antítesis y fotosintesis . En é l plantea c ó mo la planta tiene que encontrar todo lo que necesita y defenderse sin moverse de su sitio. Hace falta un aparato sensorial muy desarrollado para ubicar el alimento e identificar las amenazas. Las plantas han desarrollado entre 15 y 20 sentidos diferentes, entre ellos cinco homólogos de los nuestros: olfato y gusto (sienten y responden a los productos químicos contenidos en el aire o en sus propios organismos), vista (responden de maneras distintas a las diversas longitudes de onda de la luz y también a la sombra) y tacto (las plantas trepadoras y las raíces “saben” cuándo se topan con un objeto sólido). Y también oído: Heidi Appel, ecóloga especializada en química de la Universidad de Mis so uri, ha descubierto que cuando se reproduce una grabación en la que se oye a una oruga masticando una hoja, la planta pone en marcha mecanismos genéticos para generar productos químicos defensivos.

Así que, más allá de las disquisiciones terminológicas, este debate sobre la inteligencia de las plantas resulta muy inspirador para reflexionar sobre la inteligencia o estupidez de una sociedad aterradoramente despreocupada de su ecodepencia. Extraemos de la naturaleza los recursos que nos permiten sostener nuestra vida y a largo plazo cualquier idea de buena vida debe garantizar la reproducción de los ecosistemas naturales de los que depende, sin ellos no hay modelo socioeconómico perdurable en el tiempo.
Nuestra preocupación por la inteligencia artificial o por saber si hay vida inteligente fuera del planeta son metáforas perfectas del desapego por lo material (agua, clima, tierras de cultivo, cuerpos…) de una matriz de pensamiento científico-productivista. Una inteligencia ecológica necesitaría de lo que Sousa Santos llama un acto de justicia cognitiva global , sustituyendo la monocultura del conocimiento científico por una ecología de saberes ( locales, campesinos, indígenas, cosmopolitas…) que lo complementen con otras formas de saber y de producir conocimiento. Un a manera de avanzar hacia las culturalezas que plantea Narciso Barrera donde prácticas culturales y naturaleza se se encuentran, superponen, condicionan y retroalimentan hasta convertirse en un misma cosa.

D

#9 Parece un calzador.

D

Yo creo que tiene uno, como Rajoy. El sinsentido.

D

#2 Toma nene

s

#3 Que solo estas respondiendote a ti mismo.

D

#5 Ya, pero el comentario se lo merece

s

#6 Bueno entonces manita que me has hecho reir.

Ka0

#3 ¿Eso es una pala de jardinería?

s

Los veganos van a morir de inanición.

D

#4 pueden chupar piedras y hacerse litótrofos

Mirlowsky

#8 lol lol

ÆGEAN

#8 Joder qué día llevas hoy compi... me vas a gastar los positivos