La idea de crear una república independiente en la isla de Nargen (hoy conocida como Naissaar), cerca de la costa estonia, se le ocurrió por primera vez a un oficial superior a bordo del acorazado ruso ‘Petropavlovsk’ en diciembre de 1917. Se llamaba Stepan Petrichenko. Y los marineros no podían haber elegido un momento mejor.
La población local estaba formada por varios cientos de personas, en su mayoría suecos estonios. Fueron explotados de todas las maneras posibles. Los impuestos que se crearon completamente arbitrarios. En resumen, los marineros se llevaban lo que querían y cuando querían. Las mujeres fueron violadas sin miramientos.
Suena a propaganda prosoviética, contra los anarquistas, su auténtica bestia negra porque sí contaban con un amplio apoyo popular que le faltaba al partido de los intelectuales urbanitas. Se dedicaron a masacrarlos de forma despiadada, y a reescribir la historia al respecto. La gente del campo podía entender a los anarquistas, la tierra para el que la trabaja, pero la figura del bolchevique con gafitas que se llevaba más porcentaje de su trabajo que el antiguo señorito les parecía una burda engañifa, pero eran pequeñas suspicacias para que no se solucionaran con unas cuantas hambrunas, unas torturillas y unos cuantos millones de muertos.
Comentarios
https://es.wikipedia.org/wiki/Rep%C3%BAblica_Sovi%C3%A9tica_de_Naissaar
En el fondo un grupo de fiesta continúa, con cuatro balcones se les deja fuera de juego. Aunque no fuesen ingleses.
La población local estaba formada por varios cientos de personas, en su mayoría suecos estonios. Fueron explotados de todas las maneras posibles. Los impuestos que se crearon completamente arbitrarios. En resumen, los marineros se llevaban lo que querían y cuando querían. Las mujeres fueron violadas sin miramientos.
Pobre gente...
Perejilof, mi comandante!
Al final IKEA no inventó nada.
Los rusos, como siempre, conquistando islas, penínsulas, países...
Suena a propaganda prosoviética, contra los anarquistas, su auténtica bestia negra porque sí contaban con un amplio apoyo popular que le faltaba al partido de los intelectuales urbanitas. Se dedicaron a masacrarlos de forma despiadada, y a reescribir la historia al respecto. La gente del campo podía entender a los anarquistas, la tierra para el que la trabaja, pero la figura del bolchevique con gafitas que se llevaba más porcentaje de su trabajo que el antiguo señorito les parecía una burda engañifa, pero eran pequeñas suspicacias para que no se solucionaran con unas cuantas hambrunas, unas torturillas y unos cuantos millones de muertos.