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Cuando los pintores del Renacimiento eran muy malos dibujando bebés
Feos, muy feos, con proporciones descompensadas y, sobre todo, cabezas muy grandes, representados como hombrecillos diminutos, y algunos hasta tenían alopecia, un cuadro, vamos. Desde pectorales herculeos y marcados abdominales de culturista hasta rostros duros, estos bebés parecen estar alcanzando la pubertad a la velocidad del rayo.
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