Algunos animales, al igual que los humanos, también copian comportamientos aparentemente inútiles entre sí, como el de ponerse briznas de hierba en las orejas y el trasero. Todo empezó en 2010, cuando Van Leeuwen descubrió que una chimpancé hembra del Chimfunshi Wildlife Orphanage Trust se metía repetidamente una brizna de hierba en la oreja y la dejaba allí, sin motivo aparente. Después, otros siete miembros del grupo imitaron ese animal. El comportamiento persistió pese al fallecimiento de ese primate y se interpretó como una tradición.
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