En agosto de 1977 un piloto de la Armada norteamericana fue encargado de entregar un caza F-14 a Irán (que había comprado 80 ejemplares). Traducción en #1
#1:
Traducción:
En 1974 el Shah de Irán compró 80 cazas F-14. 79 serían entregados en el curso de dos años, usualmente en grupos de tres. Tuve el placer de entregar uno de ellos en Isfahan, Irán, en agosto de 1977.
Normalmente solemos evitar los vuelos ferry. Este, sin embargo, resultó diferente. Todo el programa fue coordinado por el Ministerio de Exteriores de Estados Unidos, que delegó la supervisión en la Fuerza Aérea. Sin embargo, como no había pilotos de la Fuerza Aérea cualificados para volar el F-14 (un caza naval), nosotros, jóvenes oficiales de la Armada, conseguimos la misión.
Los tramos largos del vuelo hasta Irán precisarían de reabastecimiento en vuelo proporcionado por la Fuerza Aérea. Como los métodos y aparatos para hacerlo son distintos entre la Fuerza Aérea y la Armada, el primer paso fue realizar prácticas unas semanas antes en la base naval de Miramar, usando aviones cisterna de la Fuerza Aérea equipados con unos feos dispositivos diseñados solo para ser usados por aviones de la Armada (dios, ¿en qué me había metido? ¡Era una manguera muy corta y muy rígida que se balanceaba con facilidad y podría romper la carlinga de mi avión!)
Tras dominar esa “manguera infernal”, nuestras tres tripulaciones (seis personas en total, ya que el F-14 es un avión biplaza), nos desplazamos a la fábrica de Grumman en Calverton, Nueva York. Para mí fue un “agradable” vuelo transcontinental desde mi base en San Diego, California, hasta el aeropuerto de JFK, en la costa opuesta de Estados Unidos. Como iba de uniforme, la amable (y también joven y atractiva) azafata me coló en un asiento vacío de primera clase durante la noche.
Al llegar a Calverton nos dijeron que no volaríamos inmediatamente a Irán. Necesitábamos, primero, probar los aviones, para entregarlos con la seguridad de que estaban absolutamente impecables. Así que despegamos, realizamos las pruebas y luego volamos sobre la localidad turística de Martha´s Vineyard, incluyendo un par de “giros” (toneles), algo que se supone no deberíamos haber hecho, para terminar volviendo a la base y cenando en un caro restaurante. La Dolce Vita.
Pocos pilotos tienen la oportunidad en su carrera de volar un avión que huele exactamente como un coch nuevo, y que todavía tenga los plásticos protectores en los cojines del asiento eyectable. Bueno, yo tuve esa inmensa suerte. Aunque mi F-14 era nuevo de fábrica, tenía el camuflaje reglamentario iraní. Y aunque llevaba insignias norteamericanas, estas podían hacerse desaparecer de una manera rápida e ingeniosa cuando llegáramos a Irán: se desvanecían cuando se lavaban con cierto producto químico, dejando al descubierto las marcas de la Fuerza Aérea Imperial Iraní que estaban tapadas debajo.
Así que seis pilotos navales pasaríamos una semana en una de las localidades más turísticas de Estados Unidos bajo las órdenes de un coronel de la Fuerza Aérea, bajito y especializado en trabajo de oficina. Dede luego, hubo alguna fricción. Era el mes de agosto, estaba todo lleno de gente y de bares y teníamos muchas ganas de salir de fiesta. Además, en esta ocasión era el ministerio de Exteriores (y no la Armada) quien pagaba nuestros viáticos, lo que era un cambio bienvenido: con la diferencia podíamos irnos de cena como si de verdad viviéramos en los Hamptons, que es una zona cara.
AL darse cuenta de nuestras salidas nocturnas, el coronel se preocupó sobre el necesario descanso de las tripulaciones antes de una misión tan larga. Aunque estábamos todos alojados en un hotel, el Coronel instauró un toque de queda a las 21h. desde luego, siendo jóvenes pilotos de caza, no hubo manera de encontrarnos cuando revisó nuestras habitaciones a la hora indicada. Absolutamente enfurecido, nos amenazó con cancelar toda la misión si nos escapábamos de nuevo. Rápidos en la improvisación fuimos lo suficientemente inteligentes como para fingir estar profundamente dormidos a las 21h…y estar ya en un bar a las 21:15h.
Finalmente, y a pesar de las amenazas del diminuto coronel, la misión comenzó. El traslado hasta Irán constaba de dos tramos: el primero, desde Estados Unidos hasta la base aérea de Torrejón, en España. El segundo, desde Madrid hasta Isfahan, en Irán. Debería tomar, como mucho, dos días. No fue así.
Era, por muchas razones, una misión sensible. Por lo tanto nos ordenaron estar siempre a tope de combustible durante gran parte de las siete horas que duraba el vuelo en caso de que tuviéramos que desviarnos por una emergencia a otro aeropuerto. Eso significaba, al menos, 6 repostajes en vuelo por cada tramo. Tres KC-135 nos repostaron a mitad del Atlántico y después fue el turno de otros 3 provenientes de la basa de Mildenhall, en Reino Unido.
Aguantándose.
La gente a menudo se pregunta (y raramente se discute) ¿Cómo se alivia uno, atado a un asiento eyectable e inmóvil durante más de siete horas de vuelo?. La armada nos proporcionó pañales, (entrad en el link del texto original, que es para temblar), aunque yo personalmente me aguanté las siete horas, para lo cual consumí poco líquido como preparación (que al final soy un piloto de caza, no llevo pañales). Sin embargo, al llegar a Torrejón, apenas pude saludar al coronel que vino a recibirnos. Doblándome sobre mí mismo y retorciendo las piernas, salí disparado al baño más cercano, donde me alivié durante lo que me pareció una placentera eternidad. Luego volvía a la pista y entonces pude saludar como se debe al atónito coronel.
Dos semanas en España.
El coronel pensaba que tenía malas noticias para nosotros: nos comunicó que los aviones cisterna estaban todos en mantenimiento y que por lo tanto no podríamos salir hacia Irán en al menos dos semanas. Nos quedábamos atascados en Madrid. ¡Gritamos de júbilo!. Le dijimos que pasaríamos esas dos semanas no en Torrejón, sino en la Costa del Sol (decidimos ir a Torremolinos porque en Palma de Mallorca había atracado un portaaviones y no queríamos competencia). El coronel respondió que nos quería al alcance de la mano en Madrid, por si había novedades y podíamos salir antes hacia Irán. Siguió un enfrentamiento entre la Fuerza Aérea y la Armada, con la mediación del ministerio de Exteriores. Un poco más tarde, seis sonrientes pilotos alquilamos tres coches baratos e hicimos el largo viaje entre Madrid y Málaga, para disfrutar de dos semanas de sol y arena en pleno agosto. Seguro que aun hoy todavía muchas recuerdan con cariño aquellos pilotos de caza, felices y locos.
Segundo Tramo
El vuelo a Irán, dos semanas después, fue casi tan largo como la primera parte entre EEUU y Madrid. Aunque teníamos otros seis aviones cisterna, esta vez tuvimos que volar sobre territorio no amigo. De hecho, y tal y como nos habían advertido que podía pasar, fuimos “adquiridos” por un radar de control de tiro soviético en cierto punto de la ruta. Es algo que puede considerarse como un acto de guerra, con consecuencias internacionales potencialmente serias, pero fue breve y continuamos sin incidente. Más tarde, volando sobre el Monte Ararat, buscamos en vano con la mirada la bíblica Arca de Noé.
La base aérea iraní de Isfahan era moderna y, más importante, tan preparada para la guerra como cualquiera de las nuestras. Aterricé y carretee no hasta una línea de vuelo normal, sino hacia un remoto refugio, recubierto con casi tres metros de cemento. Mientras entregaba el F-14 a los altos funcionarios iraníes que se agrupaban en torno al avión, alguien del personal de tierra saqueó algunas de mis pertenencias en la cabina.
Atrapados en Irán.
Muy poco después de nuestra llegada a Irán, y teniendo en cuenta que llevábamos fuera de casa mucho más tiempo de lo planeado, queríamos regresar inmediatamente. Sin embargo, al llegar, los funcionarios iraníes se habían quedado con nuestros pasaportes y no podían (o querían) devolvérnoslos hasta el final de una larga festividad musulmana. Sintiéndonos de alguna manera atrapados y no sabiendo exactamente cuando podríamos partir, pasamos cinco interesantes días con nuestros anfitriones esperando el permiso para volver a casa.
Un día visitamos el bazar de Isfahan, del siglo XVII, comprando algunas alfombras muy baratas, pero a causa del Ramadán estaba prohibido beber cualquier líquido hasta el atardecer. Abrasados de calor, al final encontramos un niño en un callejón que nos vendió latas de refresco de contrabando. Agradecidos, pagamos cinco veces su valor para no morirnos de sed.
Otra tarde visitamos un lejano y clandestino casino (posiblemente ilegal). Era un lugar extraordinariamente lujoso. Pero en ese país, rico en petróleo, la apuesta mínima era mucho mayor que en Las Vegas y mucho más allá de lo que este joven teniente podía permitirse, así que no pudimos quedarnos. Uno de los últimos días, uno de nuestros compañeros sufrió un feo accidente de coche, quedando seriamente herido. Por suerte, dos de nosotros estábamos en el edificio en esemomento y pudimos pedir, vía radio, a la embajada en Teherán, una evacuación urgente por helicóptero.
Finalmente volamos a Teherán para recuperar nuestros pasaportes. Fuimos recogidos en el aeropuerto por una limusina blindada con un guardia de mala pinta armado con un arma automática. Nos llevaron a la embajada norteamericana y allí, por fin, nos dieron nuestros pasaportes.
Tras una relajada merienda en la embajada, pasamos una noche tranquila, aunque estábamos algo ansiosos en un lujoso hotel de Teherán antes de embarcar en el famoso vuelo #001 “alrededor del mundo” de PanAm. Tras un pequeño susto en Estambul (cuando tanques y transportes blindados se aproximaron al avión), llegamos a Roma. Allí nos quedamos un día hasta, finalmente, llegar a San Diego, donde llegué exhausto: nuestra misión de un mes estaba cumplida.
Posdata: 15 meses después de entregar “mi” F-14, el Shah de Irán fue destronado, la Revolución Iraní triunfó y nuestra embajada fue asaltada, quedando su personal como rehén durante 44 días. Me pregunté durante mucho tiempo que habría pasado con “mi” F-14, hasta que en 20
#4:
Huy, perdón, se me cortó: "Hasta que en 2015 me enteré que seguía volando desde una base aérea cercana a Teherán"
#14:
#1 hasta que en 20...15 aquel "mi" F-14, todavía sigue volando en Irán, en la base de Mehrabad en Teheran. [...2015 that 'my' F-14 aircraft is in fact still flying in Iran, out of Mehrabad Airbase in Tehran.]
El secuestro duró 444 días según el texto original.
#1 Perdona, no me había fijado en que lo habías completado.
Traducción:
En 1974 el Shah de Irán compró 80 cazas F-14. 79 serían entregados en el curso de dos años, usualmente en grupos de tres. Tuve el placer de entregar uno de ellos en Isfahan, Irán, en agosto de 1977.
Normalmente solemos evitar los vuelos ferry. Este, sin embargo, resultó diferente. Todo el programa fue coordinado por el Ministerio de Exteriores de Estados Unidos, que delegó la supervisión en la Fuerza Aérea. Sin embargo, como no había pilotos de la Fuerza Aérea cualificados para volar el F-14 (un caza naval), nosotros, jóvenes oficiales de la Armada, conseguimos la misión.
Los tramos largos del vuelo hasta Irán precisarían de reabastecimiento en vuelo proporcionado por la Fuerza Aérea. Como los métodos y aparatos para hacerlo son distintos entre la Fuerza Aérea y la Armada, el primer paso fue realizar prácticas unas semanas antes en la base naval de Miramar, usando aviones cisterna de la Fuerza Aérea equipados con unos feos dispositivos diseñados solo para ser usados por aviones de la Armada (dios, ¿en qué me había metido? ¡Era una manguera muy corta y muy rígida que se balanceaba con facilidad y podría romper la carlinga de mi avión!)
Tras dominar esa “manguera infernal”, nuestras tres tripulaciones (seis personas en total, ya que el F-14 es un avión biplaza), nos desplazamos a la fábrica de Grumman en Calverton, Nueva York. Para mí fue un “agradable” vuelo transcontinental desde mi base en San Diego, California, hasta el aeropuerto de JFK, en la costa opuesta de Estados Unidos. Como iba de uniforme, la amable (y también joven y atractiva) azafata me coló en un asiento vacío de primera clase durante la noche.
Al llegar a Calverton nos dijeron que no volaríamos inmediatamente a Irán. Necesitábamos, primero, probar los aviones, para entregarlos con la seguridad de que estaban absolutamente impecables. Así que despegamos, realizamos las pruebas y luego volamos sobre la localidad turística de Martha´s Vineyard, incluyendo un par de “giros” (toneles), algo que se supone no deberíamos haber hecho, para terminar volviendo a la base y cenando en un caro restaurante. La Dolce Vita.
Pocos pilotos tienen la oportunidad en su carrera de volar un avión que huele exactamente como un coch nuevo, y que todavía tenga los plásticos protectores en los cojines del asiento eyectable. Bueno, yo tuve esa inmensa suerte. Aunque mi F-14 era nuevo de fábrica, tenía el camuflaje reglamentario iraní. Y aunque llevaba insignias norteamericanas, estas podían hacerse desaparecer de una manera rápida e ingeniosa cuando llegáramos a Irán: se desvanecían cuando se lavaban con cierto producto químico, dejando al descubierto las marcas de la Fuerza Aérea Imperial Iraní que estaban tapadas debajo.
Así que seis pilotos navales pasaríamos una semana en una de las localidades más turísticas de Estados Unidos bajo las órdenes de un coronel de la Fuerza Aérea, bajito y especializado en trabajo de oficina. Dede luego, hubo alguna fricción. Era el mes de agosto, estaba todo lleno de gente y de bares y teníamos muchas ganas de salir de fiesta. Además, en esta ocasión era el ministerio de Exteriores (y no la Armada) quien pagaba nuestros viáticos, lo que era un cambio bienvenido: con la diferencia podíamos irnos de cena como si de verdad viviéramos en los Hamptons, que es una zona cara.
AL darse cuenta de nuestras salidas nocturnas, el coronel se preocupó sobre el necesario descanso de las tripulaciones antes de una misión tan larga. Aunque estábamos todos alojados en un hotel, el Coronel instauró un toque de queda a las 21h. desde luego, siendo jóvenes pilotos de caza, no hubo manera de encontrarnos cuando revisó nuestras habitaciones a la hora indicada. Absolutamente enfurecido, nos amenazó con cancelar toda la misión si nos escapábamos de nuevo. Rápidos en la improvisación fuimos lo suficientemente inteligentes como para fingir estar profundamente dormidos a las 21h…y estar ya en un bar a las 21:15h.
Finalmente, y a pesar de las amenazas del diminuto coronel, la misión comenzó. El traslado hasta Irán constaba de dos tramos: el primero, desde Estados Unidos hasta la base aérea de Torrejón, en España. El segundo, desde Madrid hasta Isfahan, en Irán. Debería tomar, como mucho, dos días. No fue así.
Era, por muchas razones, una misión sensible. Por lo tanto nos ordenaron estar siempre a tope de combustible durante gran parte de las siete horas que duraba el vuelo en caso de que tuviéramos que desviarnos por una emergencia a otro aeropuerto. Eso significaba, al menos, 6 repostajes en vuelo por cada tramo. Tres KC-135 nos repostaron a mitad del Atlántico y después fue el turno de otros 3 provenientes de la basa de Mildenhall, en Reino Unido.
Aguantándose.
La gente a menudo se pregunta (y raramente se discute) ¿Cómo se alivia uno, atado a un asiento eyectable e inmóvil durante más de siete horas de vuelo?. La armada nos proporcionó pañales, (entrad en el link del texto original, que es para temblar), aunque yo personalmente me aguanté las siete horas, para lo cual consumí poco líquido como preparación (que al final soy un piloto de caza, no llevo pañales). Sin embargo, al llegar a Torrejón, apenas pude saludar al coronel que vino a recibirnos. Doblándome sobre mí mismo y retorciendo las piernas, salí disparado al baño más cercano, donde me alivié durante lo que me pareció una placentera eternidad. Luego volvía a la pista y entonces pude saludar como se debe al atónito coronel.
Dos semanas en España.
El coronel pensaba que tenía malas noticias para nosotros: nos comunicó que los aviones cisterna estaban todos en mantenimiento y que por lo tanto no podríamos salir hacia Irán en al menos dos semanas. Nos quedábamos atascados en Madrid. ¡Gritamos de júbilo!. Le dijimos que pasaríamos esas dos semanas no en Torrejón, sino en la Costa del Sol (decidimos ir a Torremolinos porque en Palma de Mallorca había atracado un portaaviones y no queríamos competencia). El coronel respondió que nos quería al alcance de la mano en Madrid, por si había novedades y podíamos salir antes hacia Irán. Siguió un enfrentamiento entre la Fuerza Aérea y la Armada, con la mediación del ministerio de Exteriores. Un poco más tarde, seis sonrientes pilotos alquilamos tres coches baratos e hicimos el largo viaje entre Madrid y Málaga, para disfrutar de dos semanas de sol y arena en pleno agosto. Seguro que aun hoy todavía muchas recuerdan con cariño aquellos pilotos de caza, felices y locos.
Segundo Tramo
El vuelo a Irán, dos semanas después, fue casi tan largo como la primera parte entre EEUU y Madrid. Aunque teníamos otros seis aviones cisterna, esta vez tuvimos que volar sobre territorio no amigo. De hecho, y tal y como nos habían advertido que podía pasar, fuimos “adquiridos” por un radar de control de tiro soviético en cierto punto de la ruta. Es algo que puede considerarse como un acto de guerra, con consecuencias internacionales potencialmente serias, pero fue breve y continuamos sin incidente. Más tarde, volando sobre el Monte Ararat, buscamos en vano con la mirada la bíblica Arca de Noé.
La base aérea iraní de Isfahan era moderna y, más importante, tan preparada para la guerra como cualquiera de las nuestras. Aterricé y carretee no hasta una línea de vuelo normal, sino hacia un remoto refugio, recubierto con casi tres metros de cemento. Mientras entregaba el F-14 a los altos funcionarios iraníes que se agrupaban en torno al avión, alguien del personal de tierra saqueó algunas de mis pertenencias en la cabina.
Atrapados en Irán.
Muy poco después de nuestra llegada a Irán, y teniendo en cuenta que llevábamos fuera de casa mucho más tiempo de lo planeado, queríamos regresar inmediatamente. Sin embargo, al llegar, los funcionarios iraníes se habían quedado con nuestros pasaportes y no podían (o querían) devolvérnoslos hasta el final de una larga festividad musulmana. Sintiéndonos de alguna manera atrapados y no sabiendo exactamente cuando podríamos partir, pasamos cinco interesantes días con nuestros anfitriones esperando el permiso para volver a casa.
Un día visitamos el bazar de Isfahan, del siglo XVII, comprando algunas alfombras muy baratas, pero a causa del Ramadán estaba prohibido beber cualquier líquido hasta el atardecer. Abrasados de calor, al final encontramos un niño en un callejón que nos vendió latas de refresco de contrabando. Agradecidos, pagamos cinco veces su valor para no morirnos de sed.
Otra tarde visitamos un lejano y clandestino casino (posiblemente ilegal). Era un lugar extraordinariamente lujoso. Pero en ese país, rico en petróleo, la apuesta mínima era mucho mayor que en Las Vegas y mucho más allá de lo que este joven teniente podía permitirse, así que no pudimos quedarnos. Uno de los últimos días, uno de nuestros compañeros sufrió un feo accidente de coche, quedando seriamente herido. Por suerte, dos de nosotros estábamos en el edificio en esemomento y pudimos pedir, vía radio, a la embajada en Teherán, una evacuación urgente por helicóptero.
Finalmente volamos a Teherán para recuperar nuestros pasaportes. Fuimos recogidos en el aeropuerto por una limusina blindada con un guardia de mala pinta armado con un arma automática. Nos llevaron a la embajada norteamericana y allí, por fin, nos dieron nuestros pasaportes.
Tras una relajada merienda en la embajada, pasamos una noche tranquila, aunque estábamos algo ansiosos en un lujoso hotel de Teherán antes de embarcar en el famoso vuelo #001 “alrededor del mundo” de PanAm. Tras un pequeño susto en Estambul (cuando tanques y transportes blindados se aproximaron al avión), llegamos a Roma. Allí nos quedamos un día hasta, finalmente, llegar a San Diego, donde llegué exhausto: nuestra misión de un mes estaba cumplida.
Posdata: 15 meses después de entregar “mi” F-14, el Shah de Irán fue destronado, la Revolución Iraní triunfó y nuestra embajada fue asaltada, quedando su personal como rehén durante 44 días. Me pregunté durante mucho tiempo que habría pasado con “mi” F-14, hasta que en 20
#1 hasta que en 20...15 aquel "mi" F-14, todavía sigue volando en Irán, en la base de Mehrabad en Teheran. [...2015 that 'my' F-14 aircraft is in fact still flying in Iran, out of Mehrabad Airbase in Tehran.]
El secuestro duró 444 días según el texto original.
#1 Perdona, no me había fijado en que lo habías completado.
Lo irónico es que están fuera de servicio en la Armada de Estados Unidos porque están obsoletos y los que quedan operativos en el mundo están en manos de uno de sus principales enemigos dentro del eje del mal ya que fue el único operador que ha tenido. Israel iba a comprar unos cuandos pero eran muy caros de mantener por todo el tema del ala de geometría variable y al final le compró a Francia sus Mirage.
Lo digo porque este avión de combate fue el emblema mundial de las fuerzas armadas yankees en la era Reagan gracias a la peli de Tom Cruise con el que derribaban "migs soviéticos" (F5 en realidad) como churros.
#6 entonces comprarian a los rusos para pertrecharse de cazas, ahora bien, visto para que le han servido los miles y miles de millones gastados en Mig y Sukhoi por Irak, Libia, Yugoslavia ahora Siria que los derriban como quieren los aliados los turcos ... que es que no les sirvio absolutamente ni para nada ni para dar un susto a Husein, Gadafi ... entonces quien compra Mig y Sukhoi ? porque no me lo explico
Todavía les duran? Imagino que usando unos como recambios de otros porque, obviamente, USA no les va a vender piezas ni sistemas, ni actualizaciones,....y nadie más usa el Tomcat
Más que recomendado el libro "El Sha o la desmesura del poder" de "Ryszard Kapuscinski" para tener una idea de lo que se ha ido cociendo en Irán durante años...
Comentarios
Traducción:
En 1974 el Shah de Irán compró 80 cazas F-14. 79 serían entregados en el curso de dos años, usualmente en grupos de tres. Tuve el placer de entregar uno de ellos en Isfahan, Irán, en agosto de 1977.
Normalmente solemos evitar los vuelos ferry. Este, sin embargo, resultó diferente. Todo el programa fue coordinado por el Ministerio de Exteriores de Estados Unidos, que delegó la supervisión en la Fuerza Aérea. Sin embargo, como no había pilotos de la Fuerza Aérea cualificados para volar el F-14 (un caza naval), nosotros, jóvenes oficiales de la Armada, conseguimos la misión.
Los tramos largos del vuelo hasta Irán precisarían de reabastecimiento en vuelo proporcionado por la Fuerza Aérea. Como los métodos y aparatos para hacerlo son distintos entre la Fuerza Aérea y la Armada, el primer paso fue realizar prácticas unas semanas antes en la base naval de Miramar, usando aviones cisterna de la Fuerza Aérea equipados con unos feos dispositivos diseñados solo para ser usados por aviones de la Armada (dios, ¿en qué me había metido? ¡Era una manguera muy corta y muy rígida que se balanceaba con facilidad y podría romper la carlinga de mi avión!)
Tras dominar esa “manguera infernal”, nuestras tres tripulaciones (seis personas en total, ya que el F-14 es un avión biplaza), nos desplazamos a la fábrica de Grumman en Calverton, Nueva York. Para mí fue un “agradable” vuelo transcontinental desde mi base en San Diego, California, hasta el aeropuerto de JFK, en la costa opuesta de Estados Unidos. Como iba de uniforme, la amable (y también joven y atractiva) azafata me coló en un asiento vacío de primera clase durante la noche.
Al llegar a Calverton nos dijeron que no volaríamos inmediatamente a Irán. Necesitábamos, primero, probar los aviones, para entregarlos con la seguridad de que estaban absolutamente impecables. Así que despegamos, realizamos las pruebas y luego volamos sobre la localidad turística de Martha´s Vineyard, incluyendo un par de “giros” (toneles), algo que se supone no deberíamos haber hecho, para terminar volviendo a la base y cenando en un caro restaurante. La Dolce Vita.
Pocos pilotos tienen la oportunidad en su carrera de volar un avión que huele exactamente como un coch nuevo, y que todavía tenga los plásticos protectores en los cojines del asiento eyectable. Bueno, yo tuve esa inmensa suerte. Aunque mi F-14 era nuevo de fábrica, tenía el camuflaje reglamentario iraní. Y aunque llevaba insignias norteamericanas, estas podían hacerse desaparecer de una manera rápida e ingeniosa cuando llegáramos a Irán: se desvanecían cuando se lavaban con cierto producto químico, dejando al descubierto las marcas de la Fuerza Aérea Imperial Iraní que estaban tapadas debajo.
Así que seis pilotos navales pasaríamos una semana en una de las localidades más turísticas de Estados Unidos bajo las órdenes de un coronel de la Fuerza Aérea, bajito y especializado en trabajo de oficina. Dede luego, hubo alguna fricción. Era el mes de agosto, estaba todo lleno de gente y de bares y teníamos muchas ganas de salir de fiesta. Además, en esta ocasión era el ministerio de Exteriores (y no la Armada) quien pagaba nuestros viáticos, lo que era un cambio bienvenido: con la diferencia podíamos irnos de cena como si de verdad viviéramos en los Hamptons, que es una zona cara.
AL darse cuenta de nuestras salidas nocturnas, el coronel se preocupó sobre el necesario descanso de las tripulaciones antes de una misión tan larga. Aunque estábamos todos alojados en un hotel, el Coronel instauró un toque de queda a las 21h. desde luego, siendo jóvenes pilotos de caza, no hubo manera de encontrarnos cuando revisó nuestras habitaciones a la hora indicada. Absolutamente enfurecido, nos amenazó con cancelar toda la misión si nos escapábamos de nuevo. Rápidos en la improvisación fuimos lo suficientemente inteligentes como para fingir estar profundamente dormidos a las 21h…y estar ya en un bar a las 21:15h.
Finalmente, y a pesar de las amenazas del diminuto coronel, la misión comenzó. El traslado hasta Irán constaba de dos tramos: el primero, desde Estados Unidos hasta la base aérea de Torrejón, en España. El segundo, desde Madrid hasta Isfahan, en Irán. Debería tomar, como mucho, dos días. No fue así.
Era, por muchas razones, una misión sensible. Por lo tanto nos ordenaron estar siempre a tope de combustible durante gran parte de las siete horas que duraba el vuelo en caso de que tuviéramos que desviarnos por una emergencia a otro aeropuerto. Eso significaba, al menos, 6 repostajes en vuelo por cada tramo. Tres KC-135 nos repostaron a mitad del Atlántico y después fue el turno de otros 3 provenientes de la basa de Mildenhall, en Reino Unido.
Aguantándose.
La gente a menudo se pregunta (y raramente se discute) ¿Cómo se alivia uno, atado a un asiento eyectable e inmóvil durante más de siete horas de vuelo?. La armada nos proporcionó pañales, (entrad en el link del texto original, que es para temblar), aunque yo personalmente me aguanté las siete horas, para lo cual consumí poco líquido como preparación (que al final soy un piloto de caza, no llevo pañales). Sin embargo, al llegar a Torrejón, apenas pude saludar al coronel que vino a recibirnos. Doblándome sobre mí mismo y retorciendo las piernas, salí disparado al baño más cercano, donde me alivié durante lo que me pareció una placentera eternidad. Luego volvía a la pista y entonces pude saludar como se debe al atónito coronel.
Dos semanas en España.
El coronel pensaba que tenía malas noticias para nosotros: nos comunicó que los aviones cisterna estaban todos en mantenimiento y que por lo tanto no podríamos salir hacia Irán en al menos dos semanas. Nos quedábamos atascados en Madrid. ¡Gritamos de júbilo!. Le dijimos que pasaríamos esas dos semanas no en Torrejón, sino en la Costa del Sol (decidimos ir a Torremolinos porque en Palma de Mallorca había atracado un portaaviones y no queríamos competencia). El coronel respondió que nos quería al alcance de la mano en Madrid, por si había novedades y podíamos salir antes hacia Irán. Siguió un enfrentamiento entre la Fuerza Aérea y la Armada, con la mediación del ministerio de Exteriores. Un poco más tarde, seis sonrientes pilotos alquilamos tres coches baratos e hicimos el largo viaje entre Madrid y Málaga, para disfrutar de dos semanas de sol y arena en pleno agosto. Seguro que aun hoy todavía muchas recuerdan con cariño aquellos pilotos de caza, felices y locos.
Segundo Tramo
El vuelo a Irán, dos semanas después, fue casi tan largo como la primera parte entre EEUU y Madrid. Aunque teníamos otros seis aviones cisterna, esta vez tuvimos que volar sobre territorio no amigo. De hecho, y tal y como nos habían advertido que podía pasar, fuimos “adquiridos” por un radar de control de tiro soviético en cierto punto de la ruta. Es algo que puede considerarse como un acto de guerra, con consecuencias internacionales potencialmente serias, pero fue breve y continuamos sin incidente. Más tarde, volando sobre el Monte Ararat, buscamos en vano con la mirada la bíblica Arca de Noé.
La base aérea iraní de Isfahan era moderna y, más importante, tan preparada para la guerra como cualquiera de las nuestras. Aterricé y carretee no hasta una línea de vuelo normal, sino hacia un remoto refugio, recubierto con casi tres metros de cemento. Mientras entregaba el F-14 a los altos funcionarios iraníes que se agrupaban en torno al avión, alguien del personal de tierra saqueó algunas de mis pertenencias en la cabina.
Atrapados en Irán.
Muy poco después de nuestra llegada a Irán, y teniendo en cuenta que llevábamos fuera de casa mucho más tiempo de lo planeado, queríamos regresar inmediatamente. Sin embargo, al llegar, los funcionarios iraníes se habían quedado con nuestros pasaportes y no podían (o querían) devolvérnoslos hasta el final de una larga festividad musulmana. Sintiéndonos de alguna manera atrapados y no sabiendo exactamente cuando podríamos partir, pasamos cinco interesantes días con nuestros anfitriones esperando el permiso para volver a casa.
Un día visitamos el bazar de Isfahan, del siglo XVII, comprando algunas alfombras muy baratas, pero a causa del Ramadán estaba prohibido beber cualquier líquido hasta el atardecer. Abrasados de calor, al final encontramos un niño en un callejón que nos vendió latas de refresco de contrabando. Agradecidos, pagamos cinco veces su valor para no morirnos de sed.
Otra tarde visitamos un lejano y clandestino casino (posiblemente ilegal). Era un lugar extraordinariamente lujoso. Pero en ese país, rico en petróleo, la apuesta mínima era mucho mayor que en Las Vegas y mucho más allá de lo que este joven teniente podía permitirse, así que no pudimos quedarnos. Uno de los últimos días, uno de nuestros compañeros sufrió un feo accidente de coche, quedando seriamente herido. Por suerte, dos de nosotros estábamos en el edificio en esemomento y pudimos pedir, vía radio, a la embajada en Teherán, una evacuación urgente por helicóptero.
Finalmente volamos a Teherán para recuperar nuestros pasaportes. Fuimos recogidos en el aeropuerto por una limusina blindada con un guardia de mala pinta armado con un arma automática. Nos llevaron a la embajada norteamericana y allí, por fin, nos dieron nuestros pasaportes.
Tras una relajada merienda en la embajada, pasamos una noche tranquila, aunque estábamos algo ansiosos en un lujoso hotel de Teherán antes de embarcar en el famoso vuelo #001 “alrededor del mundo” de PanAm. Tras un pequeño susto en Estambul (cuando tanques y transportes blindados se aproximaron al avión), llegamos a Roma. Allí nos quedamos un día hasta, finalmente, llegar a San Diego, donde llegué exhausto: nuestra misión de un mes estaba cumplida.
Posdata: 15 meses después de entregar “mi” F-14, el Shah de Irán fue destronado, la Revolución Iraní triunfó y nuestra embajada fue asaltada, quedando su personal como rehén durante 44 días. Me pregunté durante mucho tiempo que habría pasado con “mi” F-14, hasta que en 20
#1 Hasta que en 20.....
Me quede con ganas de mas.
#1 Gracias por el curro interesante historia
#1 hasta que en 20...15 aquel "mi" F-14, todavía sigue volando en Irán, en la base de Mehrabad en Teheran. [...2015 that 'my' F-14 aircraft is in fact still flying in Iran, out of Mehrabad Airbase in Tehran.]
El secuestro duró 444 días según el texto original.
#1 Perdona, no me había fijado en que lo habías completado.
Huy, perdón, se me cortó: "Hasta que en 2015 me enteré que seguía volando desde una base aérea cercana a Teherán"
#4 con el corte le has dado suspense.
I FEEL THE NEED, THE NEED FOR SPEED!
Highway to the danger zone 🎶
#11 joder, esta peli me impactó cuando era niño. Ahora me doy cuenta que era un puto panfleto de propaganda!! Join the navy!!!
Lo irónico es que están fuera de servicio en la Armada de Estados Unidos porque están obsoletos y los que quedan operativos en el mundo están en manos de uno de sus principales enemigos dentro del eje del mal ya que fue el único operador que ha tenido. Israel iba a comprar unos cuandos pero eran muy caros de mantener por todo el tema del ala de geometría variable y al final le compró a Francia sus Mirage.
Lo digo porque este avión de combate fue el emblema mundial de las fuerzas armadas yankees en la era Reagan gracias a la peli de Tom Cruise con el que derribaban "migs soviéticos" (F5 en realidad) como churros.
#6 ¿los compró o los copió? https://es.wikipedia.org/wiki/IAI_Nesher_/_Dagger_/_Finger
#6 entonces comprarian a los rusos para pertrecharse de cazas, ahora bien, visto para que le han servido los miles y miles de millones gastados en Mig y Sukhoi por Irak, Libia, Yugoslavia ahora Siria que los derriban como quieren los aliados los turcos ... que es que no les sirvio absolutamente ni para nada ni para dar un susto a Husein, Gadafi ... entonces quien compra Mig y Sukhoi ? porque no me lo explico
#6 Un avión tan molón y cañero que tuvo su propia película, "Top Gun" y juego, "Afterburner".
#7 quicir que igual los USA podrían tener por ahí excedentes de piezas, pero que en cualquier caso no se las iban a vender.
En cualquier caso un Tomcat sin sus Phoenix es un bonito quemador de combustible
#10 No te creas: los han compatibilizado con el R-73 ruso y el resultado no es desdeñable. Desde luego, tendrían muy poco que hacer ante un Typhoon saudí, pero no es un cacho de hierro que vuela: http://www.airspacemag.com/military-aviation/persian-cats-9242012/?no-ist
#18 coño, pues unos artistas si lo han apañado para llevar R-73!
Gracias por el dato, no lo sabia
#0 no nos puedes dejar así...
Top Gun "Basada en hechos reales"
Todavía les duran? Imagino que usando unos como recambios de otros porque, obviamente, USA no les va a vender piezas ni sistemas, ni actualizaciones,....y nadie más usa el Tomcat
#5 Los USA tampoco ya. Hace más de una decada que están retirados. Los iranies los han actualizado por su cuenta.
#5 De hecho, compran piezas de recambio en el mercado negro (de segunda mano) o las fabrican ellos...
#7 El caso es que también les vendieron Phoenix... Cada misil costaba 1 millón de dólares de la época.
La caída del Shah motivó el lanzamiento de una versión mejorada del F-14, para superar a los iranís...
#16 medio millón, si no recuerdo mal
#16 Para una vez que una empresa española se mete en aeronáutica van y la tumban: http://www.europapress.es/nacional/noticia-seis-imputados-empresa-madrilena-vendia-ilegalmente-recambios-aviones-combate-iran-20080711130449.html
#5 claaaaaaaro
Mi caza favorito sin ninguna duda
Más que recomendado el libro "El Sha o la desmesura del poder" de "Ryszard Kapuscinski" para tener una idea de lo que se ha ido cociendo en Irán durante años...
El régimen estadounidense siempre vendiendo armas, de eso viven.