Uno de los grandes problemas de tráfico lo causaba el intenso movimiento de carros de transporte. Roma necesitaba un constante aprovisionamiento de mercancías, que incluían desde alimentos hasta materiales de construcción. El flujo incesante de vehículos de carga, sin embargo, colapsaba las vías principales, sobre todo en las horas diurnas. Autores como Séneca criticaron la incomodidad y el peligro de las calles abarrotadas. Juvenal, en sus sátiras, ridiculizó la imposibilidad de moverse sin ser empujado o pisoteado.
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