Eso fue lo que le sucedió a Andy Forham en 1995. Ya antes de la primera ronda descubrió que la situación le superaba. Se puso «increíblemente nervioso» y decidió que la única manera de combatir aquel nerviosismo era bebiéndose unas cervezas. A fin de cuentas, el moderno juego de dardos nació en los bares; en el mundillo anglosajón dan por hecho que la diana y las pintas de cerveza van prácticamente de la mano. Su éxito y sus logros, llegaron, con los años, acompañados de una ingesta de alcohol constante, que le costó una cirrosis hepática.
Comentarios
#6 La gente cree que lo digo en broma... Estando en Hawaï topé con el campeón local, que es también maestro origami, me ganó la primera, le dije, déjame dos cervezas y le gané. Me regaló los dardos con los que había ganado su título porque es tradición. Aún los conservo y la foto de recuerdo, uno de los días más felices de mi vida.
Yo aprendí a jugar a los dardos jugando de noche, si no he tomado nada, soy sensiblemente peor, aprendí a apuntar en ese estado y es flipante la diferencia.
#5 me too
#2 salir del alcohol para meterte en el deporte y pensar que eso es “mejorar” ya denota que tienes un problema.
#3 lo tengo, lo tengo.
He jugado con tipos que apenas se tenían en pie y que eran auténticos cracks.
Había uno, "El Barbas", que borracho como una cuba y con el humo del cigarro entrándole en los ojos, no fallaba un triple. Otros no, claro, ni sobrios ni ebrios. Yo incluido.
A lo mejor el alcoholismo era el "menor" de sus problemas.
#1 No creo, al final el alcohol es un catalizador para 'dejarte'.
Al igual que hay círculos viciosos hay círculos 'virtuosos' por decirlo de alguna manera. Somos muy cinéticos y nos cuesta salir nuestra habitualidad.
Si dejara de beber, seguramente, por matar el tiempo haría algo de deporte, perdería más tiempo en cocinar y empezaría a ir con otras personas.
El alcohol es una mierda de las más grandes que hay.