El término agresión desplazada se refiere a aquellas situaciones en las que una persona nos provoca enfado pero nosotros no reaccionamos de forma agresiva hacia esa persona, sino que agredimos a otra, que en principio, nada tiene que ver con aquello que nos originó esa emoción. En este post divulgativo se describe el fenómeno, su relación con la rumiación y el manejo de las emociones.
"Entonces, si es desaconsejable que rumiemos, ¿qué hacemos con nuestro enfado? [...] podemos optar por otra alternativa y usar nuestras habilidades emocionales para comprender esa emoción de enfado, valorar la situación, tomar decisiones en función de lo que queremos conseguir y manejar de forma adecuada ese malestar. [...] Afortunadamente, algunos estudios nos muestran que el entrenamiento para mejorar estas habilidades emocionales puede llegar a reducir la incidencia de la agresión"
O sea:
- ¿Qué hacemos con nuestro enfado? - Manejarlo de forma adecuada.
- Ya, pero ¿cómo? - Usando las habilidades emocionales.
- No me está usted dicendo gran cosa. - Veo que carece usted de inteligencia emocional, la empresa va a tener que enviarlo a un entrenamiento intensivo.
- Oiga, ¿y por qué no envían al psicópata de mi jefe? - Peláez, no se ponga chulo.
#4 justo he pensado eso...¿Qué hago con mi enfado? Y en el último párrafo me quitó un poquito las esperanzas de, al menos, una segunda parte con algo más concreto :
En nuestro deseo está que podamos dotar a las personas de las competencias emocionales necesarias para gestionar eficazmente las emociones e impedir que la violencia, hacia inocentes o culpables, sea una opción o recurso.
Mientras ese día llega, supongo que podemos seguir pagando el enfado –de forma leve y con cariño– con nuestras pacientes madres…
Claro que mientras intento seguir manejando mi ira de la mejor forma posible y con las personas que se la merecen, seguiré pensando que Asimov tenía razón al considerar la violencia como el último recurso del incompetente.
Eso le pasó un día a mi marido cuando salía del metro. Ve a una chica que iba discutiendo acaloradamente con el móvil pegado a la oreja, de repente, le echa una mirada a mi marido y se lanza directamente a él, le da un señor pellizco en el brazo, pero con mucha rabia ¿eh? y se larga. Mi marido y la gente que lo presenció se quedó flipando.
Hay que puntualizar la noticia, si tu jefe te putea y tú no respondes por una cuestión de jerarquía y de poder perder el trabajo, luego llegas a tu casa y te pones borde con tu mujer, entonces ya no es agresión desplazada, sino que siempre has sido un machista maltratador. Lo dice la tele.
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"Entonces, si es desaconsejable que rumiemos, ¿qué hacemos con nuestro enfado? [...] podemos optar por otra alternativa y usar nuestras habilidades emocionales para comprender esa emoción de enfado, valorar la situación, tomar decisiones en función de lo que queremos conseguir y manejar de forma adecuada ese malestar. [...] Afortunadamente, algunos estudios nos muestran que el entrenamiento para mejorar estas habilidades emocionales puede llegar a reducir la incidencia de la agresión"
O sea:
- ¿Qué hacemos con nuestro enfado?
- Manejarlo de forma adecuada.
- Ya, pero ¿cómo?
- Usando las habilidades emocionales.
- No me está usted dicendo gran cosa.
- Veo que carece usted de inteligencia emocional, la empresa va a tener que enviarlo a un entrenamiento intensivo.
- Oiga, ¿y por qué no envían al psicópata de mi jefe?
- Peláez, no se ponga chulo.
#4 justo he pensado eso...¿Qué hago con mi enfado? Y en el último párrafo me quitó un poquito las esperanzas de, al menos, una segunda parte con algo más concreto :
En nuestro deseo está que podamos dotar a las personas de las competencias emocionales necesarias para gestionar eficazmente las emociones e impedir que la violencia, hacia inocentes o culpables, sea una opción o recurso.
Mientras ese día llega, supongo que podemos seguir pagando el enfado –de forma leve y con cariño– con nuestras pacientes madres…
Claro que mientras intento seguir manejando mi ira de la mejor forma posible y con las personas que se la merecen, seguiré pensando que Asimov tenía razón al considerar la violencia como el último recurso del incompetente.
Eso le pasó un día a mi marido cuando salía del metro. Ve a una chica que iba discutiendo acaloradamente con el móvil pegado a la oreja, de repente, le echa una mirada a mi marido y se lanza directamente a él, le da un señor pellizco en el brazo, pero con mucha rabia ¿eh? y se larga. Mi marido y la gente que lo presenció se quedó flipando.
#2 Tu marido no te lo dijo, pero le gustó y se puso todo burraco.
Hay que puntualizar la noticia, si tu jefe te putea y tú no respondes por una cuestión de jerarquía y de poder perder el trabajo, luego llegas a tu casa y te pones borde con tu mujer, entonces ya no es agresión desplazada, sino que siempre has sido un machista maltratador. Lo dice la tele.