Hace 7 meses | Por porcorosso a elmundo.es
Publicado hace 7 meses por porcorosso a elmundo.es

Agnieszka Holland lleva una vida entera obsesionada con Europa, en el mejor y más universal de los sentidos. Y en el más trágico y más liberador también. Sus padres sufrieron las muy agrias consecuencias de combatir el régimen estalinista y ella fue casi lapidada por atreverse en la soberbia película 'Europa, Europa' (1991) a imaginar la existencia de un superviviente del Holocausto como si de un émulo del Cándido de Voltaire se tratara. La sola idea de ironizar con la mayor de las tragedias convirtió las ampollas iniciales en carne viva.

Comentarios

porcorosso

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-En Venecia comentó que el Holocausto ha dejado de ser ese referente siempre presente...
Sí, eso es, ha dejado de ser una vacuna contra la atrocidad. Vemos cómo el racismo y el nacionalismo se levantan sobre una sociedad basada en la fe, la estigmatización y la deshumanización del otro. Se crea un enemigo por la sencilla razón de que es diferente. Y ésa es la herramienta típica nazi que aún funciona, que hemos sido incapaces de bloquear. Lo vemos en los gobiernos populistas y por todas partes. Quizá también en Israel, aunque aquí el problema es mucho más complejo y no quisiera simplificar. Pero lo básico está ahí: la incapacidad de vivir con alguien al que se cosifica.
-¿Se atreve a dar una explicación?
Parece evidente que la gente tiene miedo del futuro. Ya no se cree en el futuro. Y eso se nota en la demografía. Los jóvenes no quieren tener hijos. No sé cómo será en España, pero en Italia o Polonia, la demografía está totalmente por los suelos. Dentro de 20 años, la mayoría de la gente tendrá más de 60. Así que Europa se está encogiendo y eso es la consecuencia de la falta de confianza en que el futuro tenga sentido. Y, por supuesto, a eso hay que añadir lo que viene de fuera: la inmigración o la catástrofe climática. Nada de eso tiene una solución fácil y eso hace que la gente tenga aún más miedo y sea más excluyente. Solo son escuchados los que proponen fórmulas mágicas. Y todos los populistas o fascistas tienen la solución. Pero claro, no es una solución para todos. Para que ese plan funcione una parte de la humanidad tiene que ser por fuerza el enemigo. Todo se basa en la ilusión de que si alejamos o destruimos o no les damos derechos a los indeseables, a los que no son como nosotros, nos salvaremos.

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¿Lo fue alguna vez? roll