Desarrollaron tres maneras de impulsar el microrrobot con electroimanes. Según el tipo de fuerza magnética que utilizaron, los científicos pudieron hacer que el robot rodara contra la pared del vaso sanguíneo o tirarlo en una dirección determinada. Con estas técnicas, el microrrobot podía desplazarse a favor o en contra de la corriente y alcanzar velocidades de hasta 4 mm por segundo (o una pulgada cada seis segundos).