En la mañana del 14 de septiembre de 2015, los dos detectores LIGO (Laser Interferometer Gravitational-Wave Observatory), en Estados Unidos, registraron por primera vez una señal inequívoca de ondas gravitacionales, provocada por la colisión de dos agujeros negros. La señal, brevísima y nítida, fue tan sorprendente como esperada. Tras décadas de búsqueda, un eco de apenas dos décimas de segundo bastó para abrir una nueva era en la astronomía. El Grupo de Física Gravitacional (GRAVITY) de la Universidad de las Islas Baleares participó en este hi