La vulnerabilidad de las personas que abusan de las drogas facilita la captación por organizaciones sectarias. En 1958, Charles Dederich, un alcohólico rehabilitado, puso en marcha en Santa Mónica (EE UU) un programa para adictos en torno a la Fundación Synanon. Quienes eran admitidos, tenían que cesar sus vínculos con familiares y amigos y se enfrentaban a una terapia de choque que incluía humillaciones públicas. “La idea consistía en destruir a la gente para volverla a construir y en los años 50 y 60 aquello tuvo mucho éxito”,
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