Para entrar en páginas de prostitución no hace falta gran cosa: basta con conocer la jerga y pulsar un botón que asegura que se es mayor de edad —aunque cualquiera puede mentir—. En cuestión de segundos aparece un catálogo de cuerpos, como si se hojeasen las ofertas de un supermercado. Y sí, Consumo ya amenazó con multas de hasta 100.000 euros y cierre si publicitaban la prostitución o “servicios” similares —escort, acompañante, masajista…—, pero la realidad es que siguen operando y el acceso sigue siendo inmediato.
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Bienvenido a Internet.
Por cierto: vendo mechero, regalo... es más viejo que el mear.
El lugar donde las mujeres son hombres, los hombres son niños, y los niños son agentes del FBI.
Pues parece que el problema son el 40% de intolerantes... ¿no?
Artículos como estos no ayudan a que las prostitutas puedan integrarse en una sociedad que, incluso en los artículos de sus detractores, la mayoría ve su trabajo como correcto.