Cualquier conductor mira al comprar un coche cuánto gastará en combustible. Pero en Europa no coincide lo que dicen las marcas y el consumo real. BallenaBlanca ha viajado a Londres y a Bruselas para comprobar cómo los fabricantes aprovechan una ley muy laxa y disimulan el consumo y las emisiones de CO2 hasta un 33% de media. “Es legal, pero es un timo”, concluye Nico Muzi de la Federación Europea de Transporte y Medio Ambiente.  
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