Hace 5 años | Por lafolclorik a eldiario.es
Publicado hace 5 años por lafolclorik a eldiario.es

"Lo peor que podía pasarte en un sitio como Mauthausen era estar allí con algún miembro de tu familia. Es lo peor porque ves como maltratan a tu padre. Allí, delante tuyo. Y no puedes hacer nada". Los ojos de Ramiro Santisteban empezaban a brillar y su voz a quebrarse cada vez que recordaba su paso por el campo de concentración nazi. Si ya de por sí era cruel, duro e inhumano pasar unas horas entre las alambradas de Hitler, Ramiro tuvo que soportarlo durante cuatro años y nueve meses en compañía de su padre, Nicasio, y de su hermano...

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Ratoncolorao

Y esta gente no ha tenido ni un homenaje del estado español...De traca...

IanCutris

A principios de 1939, más de medio millón de españoles entraron a Francia huyendo de la llegada del ejército franquista. Al frío, el hambre, la enfermedad y el agotamiento, había que unir el horror de tres años de guerra civil fraticida, la tristeza y la desmoralización que producían la pérdida da familiares y amigos, y la impotencia de haber visto morir sus ideales y una joven democracia.

Fueron muchos los españoles que creyeron que, después de que Francia no moviese un dedo por la República tras el golpe de estado, al menos serían recibidos con los brazos abiertos. Nada más lejos de la realidad. El Gobierno francés tachó a los exiliados de violadores, asesinos de curas y criminales. Esta concepción fue amplificada por la prensa francesa que logró crear una alarma social que dejó una profunda impronta en la sociedad francesa.

De esta forma, se optó por la peor de las soluciones: agrupar y aislar a todos los refugiados, separando a mujeres y hombres, confinándolos en campos de concentración alambrados y vigilados por guardias senegaleses. Familias enteras de españoles, con ancianos, mujeres y niños, recibieron el trato que se reserva a los peores delincuentes: vigilados, aislados, encarcelados, sin techo y con un frío atroz, en condiciones higiénicas atroces y sin comida, ni agua. Las ratas, los piojos y epidemias como el tifus no tardaron en aparecer. En los primeros seis meses de encierro, murieron casi quince mil españoles de hambre, frío y enfermedades. A esto debemos sumar la disciplina militar y con castigos físicos a la que se sometía a los españoles por parte de las autoridades francesas. El trato a los españoles fue tan vejatorio y los malos tratos tan frecuentes, que muchas de las cárceles y campos fueron clausurados por las quejas de la izquierda francesa.

El objetivo del gobierno francés era claro, querían desmoralizar a los refugiados españoles y enfrentarlos a una única opción: o volvían a su país o se alistaban en la Legión Extranjera. Más de la mitad de refugiados optaron por volver a España, pagando las consecuencias de tamaño atrevimiento. El resto, unos 220000, seguían en pueblo francés cuando Hitler comenzó la invasión de Polonia. Los españoles pasaron de peligrosos delincuentes a deseados “voluntarios”. Tras huir de una guerra atroz, se abocaba a miles de excombatientes a luchar en la peor de las guerras. Su infierno no había hecho más que comenzar.

Muchos de los españoles alistados en la Legión Extranjera lo hicieron por coherencia a sus ideales. Otros en cambio, fueron prácticamente obligados. Si los refugiados eran demasiado jóvenes o no tenían formación militar, se les destinaba a campos de trabajo cuyas condiciones de vida podían a llegar a ser ligeramente mejores a las de los campos de concentración, ya que les permitía escapar del encierro y ganar algún dinero para comenzar una nueva vida.

Todos conocen el infierno que los españoles pasaron en Mathausen. Pocos conocen lo que todos los españoles que huyeron a través de la frontera tras la guerra civil, tuvieron que vivir en Francia. Ramiro vivió el infierno en España, en Francia y en Austria y luego el olvido a su regreso a Francia y posteriormente a España.

Que su historia y la de medio millón de españoles sea jamás olvidada.