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Extensión para Menéame en Firefox

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Todos conocemos el "truco" para citar a alguien que nos tiene bloqueado: añadir una barra baja entre el carácter # y el número de comentario. Solo hay un problema: ahora nuestro comentario aparece suelto, perdido por ahí. Bueno, pues he escrito una extensión que soluciona esto, poniendo estos comentarios en su sitio.
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Las leyendas urbanas ya existían en las antiguas Grecia y Roma: cuatro relatos sorprendentes

Las leyendas urbanas ya existían en las antiguas Grecia y Roma: cuatro relatos sorprendentes

Un estudio académico revela que historias de castigos crueles, borracheras épicas, hombres lobo y rituales secretos circulaban hace más de 2000 años con la misma intención que hoy: ser creídas..... Todas se diferencian de los mitos o las fábulas tradicionales porque permanecen dentro de los límites de la realidad conocida o imaginable para el narrador y los oyentes.
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"Day Tripper" - Sergio Mendes & Brasil '66 {Stereo} 1966

"Day Tripper" - Sergio Mendes & Brasil '66 {Stereo} 1966  

"Day Tripper" es una canción escrita e interpretada originalmente por The Beatles. Sergio Mendes & Brasil '66 creó una popular versión de bossa nova de esta canción. Su versión está incluida en el álbum "Herb Alpert Presents Sergio Mendes & Brasil '66", lanzado en 1966. La estructura de la canción en la versión original de los Beatles se basa en un riff distintivo, con versos que incorporan un blues de doce compases. Sergio Mendes & Brasil '66 le dan su toque único con su característico estilo bossa nova.
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Jennifer Lawrence: "Cuando ignoras lo que ocurre en una parte del mundo, no tardará en llegar a tu parte"

Jennifer Lawrence: "Cuando ignoras lo que ocurre en una parte del mundo, no tardará en llegar a tu parte"

La actriz Jennifer Lawrence, que ya está en San Sebastián para recoger esta tarde el Premio Donostia, ha señalado que está "aterrorizada" por el "genocidio" en Gaza, una situación que le "rompe" el corazón y que ha tachado de "inaceptable", a la vez que ha pedido a la sociedad que se centre en señalar a los "responsables".
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Time-lapse de la famosa ciudad amurallada de Kowloon construida a escala en Minecraft [ENG]

Time-lapse de la famosa ciudad amurallada de Kowloon construida a escala en Minecraft [ENG]  

La ciudad amurallada de Kowloon, el asentamiento más densamente poblado del planeta, fue demolida a mediados de los 90. En su apogeo en los 80, albergaba a unas 33.000 personas, pero las estimaciones suelen rondar las 50 000. En una superficie de 2,6 hectáreas. Un arquitecto que se hace llamar Sluda Builds en YouTube, la reproujo en un proyecto de Minecraft. Desde cero, incluído un sorprendente desnivel del terreno que no se aprecia en fotografías, reconstruye meticulosamente rascacielos, entreplantas, pasillos interiores, azoteas y callejones.
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Cristina Gallego y Raúl Pérez se convierten en la presidenta de la Comunidad de Madrid y su jefe de gabinete para presentar su nuevo show de ventriloquía

Cristina Gallego y Raúl Pérez se convierten en la presidenta de la Comunidad de Madrid y su jefe de gabinete para presentar su nuevo show de ventriloquía  

'El show de Isabelita'. "Después de décadas de insultar por lo bajini a todo Dios he decidido sacar provecho a este don", anuncia 'Rodríguez'. "Hola, hijos de fruta", saluda la 'presidenta madrileña', "hoy estoy un poco chof porque igual se llevan a mi chimichurri p'alante". "Presi, que te tengo dicho, le tienes que llamar ciudadano particular", le reprocha 'M.A.R'. "¿Entonces tú por qué lo tienes guardado como Alberto Quirón?"
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El secreto del agua de la antigua Jerusalén: la monumental presa de Siloé se construyó en el año 800 a.C. para hacer frente a una crisis

El secreto del agua de la antigua Jerusalén: la monumental presa de Siloé se construyó en el año 800 a.C. para hacer frente a una crisis

Hace más de 2.800 años, los habitantes de la Jerusalén de la Edad del Hierro se enfrentaron a una realidad ambiental desafiante y familiar: un cambio climático caracterizado por largos periodos de sequía agravados por episodios repentinos de lluvias torrenciales e inundaciones devastadoras.
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Guía completa para cuidar tu Orquídea Phalaenopsis y disfrutar de su floración

Guía completa para cuidar tu Orquídea Phalaenopsis y disfrutar de su floración

La orquídea Phalaenopsis, comúnmente conocida como orquídea mariposa, es una de las especies más apreciadas por su elegancia y la belleza de sus flores, que pueden durar semanas e incluso meses en las condiciones adecuadas.
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Expiloto militar alerta del peligro: "hay un 1% de probabilidades de derribar un dron con un F-16" debido a factores tanto físicos como tecnológicos

Expiloto militar alerta del peligro: "hay un 1% de probabilidades de derribar un dron con un F-16" debido a factores tanto físicos como tecnológicos

Los drones muestran una huella térmica y de radar muy pequeños, además la baja velocidad, la altura reducida y los maniobras cerradas de drones como el Gerbera y el Shahed complican enormemente su detección y neutralización. Incluso los helicópteros y aviones ligeros presentan carencias considerables al no disponer de su propio radar ni la rapidez necesaria. Además, hay que añadir los costes financieros desproporcionados, ya que un Gerbera cuesta alrededor de 10.000 dólares, y un Shahed puede llegar a costar entre 50.000 y 200.000 dólares.
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Una surrealista Bandera de España publicada por el Ministerio de Defensa utilizando una IA

Una surrealista Bandera de España publicada por el Ministerio de Defensa utilizando una IA

Hoy en día, la inteligencia artificial (IA) se utiliza para cada vez más cosas, incluida la generación de imágenes de todo tipo, a menudo utilizadas en las redes sociales. El problema es que la amplia mayoría de las aplicaciones de IA todavía no saben elaborar emblemas nacionales de una forma correcta. Hoy hemos tenido un ejemplo de ello. Esta mañana a las 8:00 horas CET, el Ministerio de Defensa de España ha publicado este mensaje en Twitter.
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Escombroidosis: la peligrosa intoxicación por guardar una lata en la nevera

Escombroidosis: la peligrosa intoxicación por guardar una lata en la nevera

Es muy importante saber que el atún, rico en vitaminas, se debe conservar de forma correcta para evitar intoxicaciones alimentarias. El atún en lata es uno de los alimentos ultraprocesados más consumidos. Sin embargo, una mala conservación del envase, una vez abierto, puede repercutir en nuestra salud.
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Geopolítica de las olas

Geopolítica de las olas

Los resultados obtenidos muestran que la evolución previsible del viento y la altura de las olas será muy desigual en los distintos océanos hasta finales del siglo XXI, con implicaciones futuras de tipo económico y geopolítico...Uno de los principales patrones globales que emergen en las proyecciones de vientos y olas hasta 2100 es una intensa asimetría entre los hemisferios Norte y Sur...Ante la falta de nuevas rutas alternativas, los actores interesados deberán concentrar sus esfuerzos en el control total o parcial de las actuales.
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La física es peligrosa (y por eso engancha)

La física es peligrosa (y por eso engancha)

Abre un libro de texto de bachillerato. ¿Qué encuentras? Un bloque de masa m sobre un plano inclinado de ángulo α. Sin rozamiento, por supuesto. Un circuito con una resistencia perfecta y una pila ideal. Un planeta que es una esfera perfecta orbitando otra esfera perfecta.

Hemos cogido el universo, con toda su violencia y su belleza caótica, y lo hemos metido en una caja esterilizada. Le hemos quitado el peligro, la emoción y, con ello, el interés. Hemos "desactivado" la física .
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La condesa y el jefe de la Gestapo: el escándalo sexual durante los juicios de Núremberg

La condesa y el jefe de la Gestapo: el escándalo sexual durante los juicios de Núremberg

Los juicios de Núremberg, de los que se cumplen ochenta años, se prolongaron durante meses y dieron para maniobras en la sombra y cotilleos. Uno de los grandes escándalos lo protagonizaron el primer jefe de la Gestapo y la dueña del castillo de Faber-Castell, donde se alojaba la prensa internacional. Su romance ayuda a explicar la intrahistoria del turbio final del nazismo.
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Fallo del concurso Ciencia Jot Down #2025 modalidades de ensayo, narrativa, fotografía e ilustración

Fallo del concurso Ciencia Jot Down #2025 modalidades de ensayo, narrativa, fotografía e ilustración

En esta duodécima edición del concurso de divulgación Ciencia Jot Down han resultado ganadores y finalistas los siguientes trabajos en las modalidades de ensayo, narrativa, fotografía e ilustración:

Ensayo

El texto ganador ha sido El ánodo del mundo de Jose Antonio Bustelo.

El texto finalista ha sido:

De venenos y neutrones de Isabel del Río.

Narrativa

El texto ganador ha sido El código W de Alicia Giner.

El texto finalista ha sido:

El mal geólogo de Francisco Javier Tapiador.

Ilustración

La ilustración ganadora ha sido Elemento 74 de Amanda Salas.

La ilustración finalista ha sido:

Dependencia de Maddi Astigarraga 

Fotografía

Se ha declarado desierto el premio de fotografía.

Los ganadores recibirán un premio de 1.000€ y los finalistas recibirán una suscripción anual a Jot Down y a Mercurio así como un lote de libros.

De los trabajos finalistas: los ensayos y fotografías se publicarán en la web y/o la revista impresa Jot Down, los relatos en la web y/o la revista impresa Mercurio y la ilustración en la web y/o la revista impresa Jot Down Kids según sus características y se pagarán conforme a nuestras tarifas, tras la autorización de los autores.

El concurso Jot Down y el evento asociado es posible gracias al patrocinio y colaboración del Donostia International Physics Center (DIPC), el Laboratorio Subterráneo de Canfranc (LSC), el Museo Laboratorium de Bergara, Menéame y la Universidad de Sevilla.

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La contrarreloj más alucinante de toda la historia del ciclismo

La contrarreloj más alucinante de toda la historia del ciclismo

Tras Luxemburgo. El Extraterrestre. Seguramente sea su día más recordao. Bueno, con el Mortirolo, y eso que allí perdió, qué caprichosa es la capacidad para emocionarte. Pero es que Luxemburgo… A ver, se sabe que Miguel es el mejor contrarrelojista, se sabe que meneó las cronos del Giro como si fueran peleles. Se sabe, incluso, que terminó en doblaje a Claudio camino de Milán. Pero eso es la Corsa Rosa, y esto la Grande Boucle. Y está aquí Lemond. Y, sobre todo, Bugno. Que asustan, los dos, en aquel julio olímpico. Aun no confiamos plenamente
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Así hacen los pingüinos sus necesidades

Así hacen los pingüinos sus necesidades  

Video muestra la técnica que emplean los pingüinos para hacer sus necesidades.
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Propuesta para el cambio de Pueblo

El pueblo ha perdido la confianza del gobierno, lo más sencillo es que el gobierno disuelva al pueblo y elija uno nuevo.

Bertolt Brecht.

En realidad, toda la izquierda y toda la derecha “respetables” comparten hoy la desconfianza instintiva ante el pueblo. El pueblo les ha defraudado. Demasiados referéndums fallidos (Dinamarca 1992, Francia 2005, Holanda 2005, Irlanda 2008, Holanda 2016, brexit 2016), demasiados gobiernos populistas por aquí y por allá, demasiadas sorpresas. La democracia está claramente sobrevalorada. Un circo donde crecen los enanos. Y Hitler llegó al poder tras unas elecciones, ¿no?...

“La gran paradoja de nuestras democracias modernas –escribe Jean-Claude Michéa– es que el pueblo ya no es considerado como la solución, sino como el problema. Que el término “populismo” –antes indisociable de las tradiciones revolucionarias más estimables– se haya convertido, desde hace más de treinta años, en la forma de designar el supremo crimen de pensamiento, dice mucho sobre la magnitud de la transformación ideológica en que vivimos” . Para la gobernanza ilustrada que nos dirige, ni el pueblo, ni las elecciones ni la democracia parecen ya fiables. ¿Qué hacer?

Adriano Erriguel

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¿Conoce a esta mujer?

Hace unos días leí el relato de Feindesland "¿Pero la conocía o no?". Me gustó mucho, tanto, que me inspiró para versionarlo. Mi revisión en puntos es casi idéntica y en otros se aleja bien lejos. Él me ha dado permiso. Espero que os guste.

.

.

Cuando alguien llama un domingo al portero automático y coges el telefonillo, lo primero que piensas es que algún desaprensivo ha aprovechado el festivo para repartir publicidad y hacerse unos cuartos extra a costa de la tranquilidad ajena. Pero, cuando abajo contestan que es la policía, echas de menos al repartidor. 

Y no es que tenga yo cuentas pendientes con la justicia, ni razones para temer que vengan a buscarme, pero la policía, un domingo a las nueve de la mañana, no viene a devolverte un décimo premiado que has perdido por la calle.

Pulsé dócilmente el botón y esperé a que subieran a mi piso. Eran dos agentes, uno de pelo blanco y el otro tan joven que el uniforme le sentaba como un disfraz. El más viejo me saludó, me preguntó si era Gonzalo Vega Esquivel, y cuando asentí me alargó sin más una fotografía. Era una mujer muerta, con el rostro tumefacto y desfigurado.

— ¿La conoce? —me preguntó tras unos segundos, observando fijamente mi reacción.

— No. Creo que no —respondí devolviéndole la foto.

— Llevaba su nombre —explicó el más joven.

Yo me encogí de hombros. 

— Comprendan que así, en una fotografía como esa... —traté de justificarme, mientras repasaba mis actos mentalmente. ¿Qué podría haber hecho?

El del pelo blanco parecía esperar la negativa, pues apenas me dejó tiempo para buscar alguna coincidencia.

— Tenemos que pedirle que nos acompañe al depósito, por si pudiera identificar a la difunta.

Normalmente no hago planes para los domingos y dejo a la casualidad, al impulso o a la llamada de un amigo la decisión última sobre a dónde ir o qué hacer. Ese sistema de permitir a lo inesperado operar por su cuenta me había funcionado durante muchos años, pero aquel día hubiera preferido la rutina de un domingo lluvioso de invierno.

— No nos llevará mucho tiempo —trató de animarme.

— Antes de las once estará usted de vuelta —reforzó el joven.

No era cuestión de hacerse de rogar: había que ir y punto. Así que comprobé con tres palmetazos por mi cuerpo que llevaba las llaves, la cartera y las gafas, y bajé en el ascensor con los dos agentes.

Me subí al coche patrulla con una sensación extraña, como si me llevasen detenido por algún delito que no podía imaginar, igual que Joseph K, el del proceso de Kafka. Los dos policías no hablaban entre sí y el silencio acentuaba mi aprensión. Acabé preguntando qué le había pasado a la mujer.

— Apareció muerta en una boca de metro, en Cruz del Rayo —explicó el más joven—. Le dieron una paliza y luego la apuñalaron con un cuchillo o alguna otra arma blanca.

Entonces, de pronto, caí en la cuenta de que si la mujer llevaba encima mi nombre y mi dirección, bien podrían considerarme sospechoso

— Oigan, ¿no pensarán que he sido yo? —pregunté alarmado.

El del pelo blanco sonrió para rebajar la tensión.

— Puede estar tranquilo. De vez en cuando aparece alguna así. Son ajustes de cuentas. Rencores. Clientes borrachos. El mundo de la prostitución barata. Ya me entiende...

No entendía en absoluto, pero asentí de todos modos.

— ¿Y no saben nada de ella? —pregunté, intentando encontrar algún nexo.

— La llamaban Camila, pero era un nombre de guerra. Nadie sabe cómo se llamaba en realidad, ni de dónde era, ni nada. Cuando tenía dinero dormía en una pensión por Tirso de Molina, y cuando no, en la calle.

— Vaya panorama —lamenté yo con un suspiro.

— Para nosotros es lo habitual —remachó el policía terminando la conversación.

Después de abandonar la parte más complicada de la ciudad conseguimos por fin acelerar. Los domingos por la mañana hay menos tráfico en Madrid que de costumbre, pero tardamos más de media hora hasta el Instituto Anatómico Forense. El trayecto, aún así, no se dio mal: viajar en un coche patrulla no agiliza el tráfico ni te libra de los semáforos, pero al menos no te pita ni Dios.

Bajé del coche y seguí a los dos policías, que fueron abriéndose camino en el edificio, con la destreza de la costumbre, por unos pasillos siniestros a pesar de la claridad de sus ventanales. 

De la sala donde tenían a la mujer sólo recuerdo las luces de fluorescente, los brillos metálicos y el olor a alcohol y desinfectantes. La muerta estaba tapada con una sábana blanca y cuando estuve lo bastante cerca, un operario con bata verde descubrió su rostro.

—¿La conocía? —preguntó el policía del pelo blanco, calcando el tono que empleó al enseñarme la fotografía.

Traté otra vez de hacer coincidir sus rasgos, intuyéndolos bajo la hinchazón, con un catálogo difuso de amigos, conocidos, clientes y familiares lejanos. No era capaz de encajarlos en ningún patrón. ¿Quién podía ser? ¿Le di dinero? ¿Por qué guardaba mi nombre? Después del interés anatómico inicial, el conjunto perdió consistencia y se fueron imponiendo las heridas, los moratones y el labio levantado, que mostraba los dientes desiguales y las encías enrojecidas. Me vino una náusea.

El policía más joven debía compartir mi sensación, porque se mantuvo prudentemente al margen, mirando al cadáver sólo con vistazos fugaces. 

Dí un paso atrás.

— Me suena su cara.

El joven aprovechó para concentrarse en su pequeña libreta, deseando que le dijera algo que poder apuntar y así ignorar el cuerpo.

Mi cara se ensombreció a la vez que una sospecha apareció en mi mente.

— ¿Puedo verle el tobillo?

— ¿Cuál de los dos?

— No me acuerdo, los dos.

El operario de la bata verde descubrió la sábana hasta las rodillas. No hizo falta que me acercase. Tenía una cicatriz en forma de media luna en el tobillo derecho. 

Entonces recordé ese día de golpe.

Ella había venido a buscarme, era por la tarde, a la finca. Mi padre tenía varios perros, uno de ellos un San Bernardo, enorme, blanco, juguetón. Se lanzó a saludarla. Apenas la conocía, pero le caía bien. Y ella, como loca, se puso a jugar con él. El momento me pareció adorable hasta que caímos en que tenía media pernera empapada en sangre. ¡Ni se había dado cuenta! Debió clavarse un rastrillo o qué sé yo. No se enfadó, ni se puso nerviosa, solo pidió whisky entre risas antes de visitar al vecino, que era veterinario. No sé a quién enamoró más, si a mí o a mi padre.

Era ella. 

Hacía treinta años que no la veía y por lo menos veinticinco desde que dejé de preguntar por sus andanzas cuando me topaba con algún conocido común. Me dijo que no y habló de marcharse al extranjero, a ver el mundo. Se ve que lo cumplió y ahí le perdí la pista.

Pero era ella. Seguro.

En Toledo nos vimos un par de veranos. Casi a diario por un tiempo, cuando logré mudarme a Madrid. Un café nos duraba tres horas y luego salíamos de fiesta toda la noche, sin un duro. 

Hubo algo. No, hubo mucho entre nosotros. Café y aventuras. Besos y gritos. Y algo que a mis veinte años creí que duraría siempre.

— ¿La conocía? —preguntó una vez más el policía canoso.

¿La conocía? Tardé un instante en recordar su nombre. Se llamaba Tere. Teresa Melero Monzón. Sí, eso es: Monzón. Bromeábamos por la casualidad del apellido. Le encajaba como un segundo nombre, ese que te dan cuando ya te conocen bien. A la India. Quería ir a la India para sentir en la piel el monzón, caliente y explosivo. Un aguacero infinito que dura unos instantes. Pero lo llena todo de vida.

Sentí otra náusea, esta vez mayor. Tuve que llevarme la mano a la boca para contenerla. Pero no era de asco. Era de mis entrañas, que se removían por el golpe, profundo e inesperado. No era solo su muerte. Era todo lo que habría vivido hasta llegar a ella. 

— ¿La conocía usted? —repitió el policía.

Tomé una profunda bocanada de aire, con los ojos cerrados, y lo expulsé lentamente.

— Se llamaba Teresa Melero Monzón — dije sin dirigirme a nadie en concreto—. Le pedí matrimonio hace treinta y dos años.

El hombre de la bata verde volvió a colocar la sábana sobre el cuerpo de Tere. Sacó un bolígrafo del bolsillo de su chaqueta, buscó la etiqueta en blanco atada al tobillo izquierdo y escribió el nombre con letra inclinada.

— ¿Sabe qué edad tenía? —me preguntó.

— Cumpliría cincuenta y tres en abril.

Cincuenta y dos, escribió.

Luego siguió preguntando algunos datos para facilitar el papeleo posterior. Respondí a lo que sabía, pero ya todo se había convertido en una vorágine de sentimientos y confusión de la que apenas recuerdo nada. El policía del pelo blanco me dio las gracias y me preguntó si quería que me llevaran de nuevo a casa. Preferí tomar el fresco y volví al ruido de la calle. Cuando iban a despedirse, el mismo policía me mostró un papel doblado, empapado en sangre seca, oscura. Era una carta. 

— Se la escribió a usted, pero no la llegó a enviar. Su nombre es legible, por suerte —añadió con sonrisa de circunstancia—. Imagino que querrá quedársela. 

Asentí. Me la entregó y se marcharon.

He intentado descifrar la carta, pero es inútil. Su sangre lo tapa todo, salvo mi nombre y tres únicas palabras: ojalá te hubiera. 

— Sí, Tere, —me digo antes de guardar para siempre la carta en el fondo de un cajón-, ojalá me hubieras…

.

.

Kudos a Feindesland.

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El tesoro de los galeones de Rande y sus barcos con ruedas, los dos grandes fracasos de Ernest Bazin, el mayor inventor francés de todos los tiempos

El tesoro de los galeones de Rande y sus barcos con ruedas, los dos grandes fracasos de Ernest Bazin, el mayor inventor francés de todos los tiempos

La segunda mitad del siglo XIX fue una época de revolución en la ingeniería naval. El auge de los viajes trasatlánticos provocó una búsqueda imparable de diseños más rápidos a través de nuevas formas del casco, nuevos materiales como el acero o nuevas formas de propulsión como la hélice. Para que algunos de ellos fueran exitosos, muchos tuvieron que fracasar. Y este es un caso de los últimos. Ernest Bazin, “el Edison francés”, desarrolló a finales de siglo un concepto revolucionario de buque rodante.
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La Asociación de la Prensa de Madrid concede amparo al periodista que entregó a Villarejo la tarjeta del teléfono de una asesora de Pablo Iglesias

Alberto Pozas era director de Interviú, revista a la que llegó la tarjeta del teléfono presuntamente robado a Dina Bousselham en 2015, acabando en manos de las cloacas del Estado y cuyos mensajes privados fueron publicados por OKDiario
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1984 y los Protocolos de los sabios de Sión. Mentira y ficción

Creo que es necesario llegar más allá de lo que dijo Wilbur Scott en sus principios de crítica literaria. Creo, por ejemplo, que 1984 es un libro de ficción, pero contiene más verdad que muchas enciclopedias. Del mismo modo, los Protocolos de los Sabios de Sión son una falsificación burda y miserable, ficción de mala calidad, pero visto lo visto en los últimos tiempos, parece que al mismo tiempo es totalmente verdadera.

La ficción puede ser un modo de contar la verdad. El más potente, quizás.

Alfred Toohey.

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Continuará... 3

Había cometido el crimen perfecto. O eso creía Juan Gómez. No había ninguna relación entre la víctima y él, había tirado el cadáver envuelto en plásticos resistentes y fuertemente cerrado con cinta americana en el cauce de un río seco lleno de maleza y árboles por donde absolutamente nadie pasaba ya que estaba impracticable. Lo había hecho a las cuatro de la mañana. Ni un alma a esas horas por allí. Sacó el cadáver envuelto y lo arrojó desde una altura de unos veinte metros cayendo entre la maleza y quedando totalmente oculto. Después se fue a la discoteca que había a las afueras en el polígono Malpisa, donde se tomó un par de refrescos y bailó descamisado en el centro de una de las pistas, llamando la atención como era su propósito. En la barra quiso invitar a una mujer a su casa para terminar la fiesta, ya que habían bailado juntos, como la mujer contestó que otro día, se despidieron y a las siete de la mañana salió hacia su casa, justo le pilló el control donde calculaba que estaría. Le pidieron la documentación y sopló dando un esperado cero en alcohol. Volvió a casa y se acostó.

A eso de la una del mediodía le despertó un impresionante trueno, acompañado de tremendos rayos, se asomó a la ventana medio dormido y vio cómo una tromba de agua comenzaba a caer. Se acercó a la cocina y preparó un café bien cargado. No le gustaba tener que despertarse a esas horas, pero la urgencia de anoche le había obligado a actuar así. Tras el primer sorbo se asomó a la ventana y vio el río de agua que corría calle abajo. Se quedó paralizado, su mente estaba sopesando, calculando posibilidades. El cauce. El cuerpo. El torrente de agua. El móvil de la chica en el paquete. Apagado. El final del cauce. Las ramas obstaculizando o no. Cuánto llovería y cuándo pararía de llover. Qué pistas podría haber en el cuerpo. Ninguna. Si el agua llevaría el cadáver hasta el mar. Agujeros en el plástico para que entrarán alimañas. Todo controlado. Aun así seguía estático mirando la ventana con la taza de café en la mano viendo cómo una inmensa tromba de agua caía sobre las calles. Miró la taza con el serigrafiado del as de pica en un lateral. Seguía lloviendo, conectó la tableta y escuchó noticias de la zona sobre la alarma de lluvias, una alerta naranja. Naranja eran la lencería que llevaba esa chica. Pero todas tienen sangre roja.

Esperó a que la lluvia dejara de caer con esa furiosa intensidad que a veces la naturaleza declara con firma y rúbrica. Mientras veía caer la cortina de agua en la ventana de la cocina, vio que el plan de comida de hoy era arroz hervido, huevos fritos y pisto, todo mezclado a modo de plato combinado. En alguna parte de su cerebro seguía pensando que el crimen perfecto de anoche, podría tener algún detalle incriminatorio. Se había llevado la tarjeta sim del móvil y la había tirado en un contenedor al azar, pero esos aparatos modernos a los que no se les podía quitar la batería igual le complicaban el asunto, incluso estando apagados. Y luego estaba esa lluvia intensa e inesperada. Tomó nota de mirar esos detalles, porque se enteró después de que llevaban tres días anunciando alerta naranja por tormentas y lluvias. Juan pasó en su momento de encajar esa pieza en el puzle. ¿Error? Con una media sonrisa en la cara, pensó que quizás fuera un acierto.

Juan tenía muy claro que esto no era un juego de poder, de víctimas y entes poderosos, como vendían muchos libros sobre asesinos en serie. Oh, el poder sobre sus víctimas. Menuda estupidez, esto iba de cazadores y cazados, de policías y ladrones, de leones y gacelas. Si no existieran los que le pretendían pillarle, nada de esto tendría sentido. Sería el despiece de un animal en una carnicería y además no te lo podrías comer. Absurdo. Y además sabía que muchos, muchísimos casos de desapariciones, o crímenes quedaban en el limbo de la justicia, en el limbo de todo lo que las películas quieren vender, donde siempre se pilla al culpable. Claro.

  

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Continuará... 2

Había cometido el crimen perfecto. O eso creía Juan Gómez. No había ninguna relación entre la víctima y él, había tirado el cadáver envuelto en plásticos resistentes y fuertemente cerrado con cinta americana en el cauce de un río seco lleno de maleza y árboles por donde absolutamente nadie pasaba ya que estaba impracticable. Lo había hecho a las cuatro de la mañana. Ni un alma a esas horas por allí. Sacó el cadáver envuelto y lo arrojó desde una altura de unos veinte metros cayendo entre la maleza y quedando totalmente oculto. Después se fue a la discoteca que había a las afueras en el polígono Malpisa, donde se tomó un par de refrescos y bailó descamisado en el centro de una de las pistas, llamando la atención como era su propósito. En la barra quiso invitar a una mujer a su casa para terminar la fiesta, ya que habían bailado juntos, como la mujer contestó que otro día, se despidieron y a las siete de la mañana salió hacia su casa, justo le pilló el control donde calculaba que estaría. Le pidieron la documentación y sopló dando un esperado cero en alcohol. Volvió a casa y se acostó.

A eso de la una del mediodía le despertó un impresionante trueno, acompañado de tremendos rayos, se asomó a la ventana medio dormido y vio cómo una tromba de agua comenzaba a caer. Se acercó a la cocina y preparó un café bien cargado. No le gustaba tener que despertarse a esas horas, pero la urgencia mental de anoche le había obligado a actuar así. Tras el primer sorbo se asomó a la ventana y vio el río de agua que corría calle abajo. Se quedó paralizado, su mente estaba calculando posibilidades. El cauce. El cuerpo. El torrente de agua. El móvil de la chica en el paquete. Apagado. El final del cauce. Las ramas obstaculizando o no. Cuánto llovería y cuándo pararía de llover. Qué pistas podría haber en el cuerpo. Ninguna. Si el agua llevaría el cadáver hasta el mar. Agujeros en el plástico para que entrarán alimañas. Todo controlado. Aun así seguía estático mirando la ventana con la taza de café en la mano viendo cómo una inmensa tromba de agua caía sobre las calles. Miró la taza con el serigrafiado del as de pica en un lateral. Seguía lloviendo, conectó la tableta y escuchó noticias de la zona sobre la alarma de lluvias, una alerta naranja. Naranja era la lencería que llevaba esa chica, pero todas tienen sangre roja.    

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