
Un reputado guía espiritual que se caracterizaba porque siempre vestía un manto de oro y brillantes, acababa de ofrecer una maravillosa conferencia en una pequeña población.
Al acabar la misma, la familia más rica y presumida de la ciudad le invitó a cenar en su casa con ellos y con las personalidades más acaudaladas de la zona.
El guía, harto de tener que ir de etiqueta a todos lados, decidió dejar el manto en casa e ir con una ropa normal: un viejo abrigo y un gorro para protegerse del frío.
Así vestido llegó a la casa de la rica familia y tocó el timbre, pero su anfitrión, al abrir la puerta y observar a un hombre con un viejo abrigo y un gorro, no le reconoció y le dijo:
-Por favor, buen hombre, váyase de aquí, no es momento de pedir limosnas, pues mis amigos y yo estamos esperando a un famoso invitado y no queremos que usted nos moleste con su presencia -y diciendo estas palabras le cerró la puerta.
El maestro se volvió de nuevo a casa y allí se quitó el viejo abrigo y el gorro, y en su lugar se puso el manto de oro y brillantes.
Así vestido volvió de nuevo a hacer el mismo camino y llamó otra vez a la puerta.
En esta ocasión, el anfitrión abrió la puerta y al reconocerlo le dio un gran apretón de manos y le invitó amablemente a entrar.
-Es un placer tenerle aquí esta noche, bienvenido a mi pequeño palacio. Como ya le dije, he invitado a lo más alto de la sociedad, será una cena perfecta.
El invitado se acercó a una gran mesa repleta de manjares donde ya le esperaban todos para comenzar la cena.
-¿Cuál es mi asiento? -preguntó el maestro al anfitrión.
-Aquí, aquí, siéntese aquí, este es su lugar, justo a mi lado.
En ese momento, el maestro se quitó lentamente el manto, lo dejó sobre la silla y sin sentarse dijo lo siguiente:
-Ya pueden ustedes comenzar a cenar -y se dirigió a la salida.
El anfitrión, confuso, lo siguió rápidamente y fue tras él hasta el umbral de la puerta.
-Pero, ¿qué ocurre? ¿Por qué se va tan rápido?
-Bueno, hace un rato vine, llamé a la puerta y usted me echó de su casa; en cambio, ahora me ha dejado entrar. Es de suponer que a quien usted ha invitado es al manto, por eso lo dejo ahí, vendré a recogerlo en unas dos horas.
Y con esas palabras se marchó.
Visto en: www.youtube.com/watch?v=cfvB5X09C9A
“Después de que pícaros y tontos han sellado su amistad, no hay cosa tan peligrosa como tenerlos de enemigos.”
Lord Chesterfield
"Basta con que la parte visible esté impecable para que se tenga una opinión favorable de la que no se ve."
Junichiro Tanizaki - El elogio de la sombra
menéame