
“Hay ciertas personas que jamás se despojan de su orgullo, cuando pasan revista a sus defectos, lo hacen a caballo”.
Atribuida a Paul Masson-Oursel
"La idea de que la gente abandonará sus creencias irracionales ante la solidez de la evidencia presentada ante ella es en sí misma una creencia irracional, no apoyada por la evidencia".
“Yo no puedo decir si hay Dios o no. Creo que no, pero no tengo seguridad. Ahora, tengo la seguridad de que el Dios que nos vende el Vaticano es falso, y lo compruebo leyendo la Biblia con la razón y no con la fe. Cuando creemos lo que no vemos, acabamos por no ver lo que tenemos delante.“
José Luis Sampedro
Su complejo de culpa es un falso concepto de Dios y de la vida.
Ni Dios, ni la Vida, no lo castigan ni lo juzgan.
Usted lo hace consigo mismo con sus falsas creencias, su pensamiento negativo y su condena de sí mismo.
Joseph Murphy
Un rey muy poderoso, que un día se aburría, convocó a un derviche y le pidió que le contara una historia.
- Majestad – respondió el derviche – le contaré la historia de un rey que fue el más generoso de todos los tiempos, porque si os parecéis a él seréis ciertamente el más grande de todos los reyes vivos.
Se sintió crecer una gran tensión entre los que escuchaban este intercambio de palabras, porque nadie hablaba así al rey. Era costumbre regalarle los oídos diciéndole que ya era el más grandioso rey vivo, porque por su puesto poseía las más grandes cualidades en un grado nunca igualado.
- Cuéntame esa historia – replicó el rey, visiblemente enfadado – pero ten mucho cuidado, porque si tu historia no está a la altura de tus palabras se te cortará la cabeza por haber calumniado a tu rey.
El derviche, sin dejarse intimidar lo más mínimo, contó entonces la larga historia de un rey que sacrificó su reino e incluso su propia persona para que nunca nadie pudiera sufrir por su causa.
Después de escuchar esta historia, que le había cautivado, el rey olvidó sus amenazas y declaró:
- He aquí un excelente cuento, derviche, del que sabré sacar buen provecho. Tú no puedes sacar partido de él porque no posees nada y no tienes nada para dar. Has renunciado a todo y no esperas nada más de esta vida. Pero yo, yo soy un rey, rico y poderoso, y verás que puedo mostrarme el más generoso de todos, más de lo que jamás podrías imaginar. Sígueme y mira bien lo que voy a hacer.
El rey se fue a lo alto de una colina que podía verse desde toda la ciudad y convocó allí a sus mejores arquitectos, ordenándoles construir una inmensa edificación compuesta por una gran sala central rodeada por un muro con cuarenta ventanas. Después ordenó que se trasladara una parte importante de su tesoro al interior de este edificio. Todos los medios de transporte fueron movilizados para transportar montones de piezas de oro, lo que llevó mucho tiempo.
Una vez que todo estuvo listo, el rey hizo anunciar por todo el reino que cada día él aparecería en cada ventana con el fin de distribuir sus riquezas entre los indigentes del reino.
Rápidamente la noticia se extendió, y cada día los necesitados se presentaban alrededor de las numerosas ventanas para recibir algunas monedas de oro de las manos del soberano.
Al cabo de varios días, el rey reparó en la jugada de un hombre, claramente un derviche, que cada día venía, cogía una pieza de oro y después se iba, sin siquiera dar las gracias al rey, al contrario que los demás mendigantes.
El rey se sorprendió de ver a tal hombre venir así para coger piezas de oro. Al principio, encontró buenas razones, diciéndose que era sin duda para distribuir aquellas piezas a algunos pobres, que era una forma de caridad. Pero la sospecha fue tejiendo lentamente su red, y al final de una cuarentena de días, su paciencia al límite, el rey se irritó abiertamente de este jueguecito e interpeló al derviche:
- ¡Especie de ingrato! ¿No sabes dar las gracias por lo que hago? ¿No puedes inclinarte como los otros? Vienes día tras día a recibir una pieza de oro, ¿no podrías por lo menos sonreír como signo de agradecimiento? ¿Hasta cuándo va a durar esto? ¿Es que por casualidad te aprovechas de mi generosidad para hacerte rico, o para practicar la usura? ¡Tu comportamiento no es digno de un derviche! ¡Llevas ese atuendo remendado para engañarnos mejor!
En cuanto hubo pronunciado esas palabras, el derviche sacó las cuarenta piezas de oro de su bolsa y las tiró a los pies del rey:
- ¡Recupera tu oro, rey generoso! Y sabed que la generosidad no tiene sentido sin tres condiciones.
Dar sin experimentar el sentimiento de ser generoso.
Dar sin esperar nada a cambio.
Dar sin dudar nunca de nadie.
¿Sabrás tú, jamás, ser generoso?
Cuento sufí
¿Esperamos siempre algo a cambio?
Un día hablaba el Conde Lucanor con su consejero Patronio y le contaba lo siguiente:
-Patronio, gracias a Dios yo tengo mis tierras bien cultivadas y pacificadas, así como todo lo que preciso según mi estado y, por suerte, quizás más, según dicen mis iguales y vecinos, algunos de los cuales me aconsejan que inicie una empresa de cierto riesgo. Pero aunque yo siento grandes deseos de hacerlo, por la confianza que tengo en vos no la he querido comenzar hasta hablaros, para que me aconsejéis lo que deba hacer en este asunto.
-Señor Conde Lucanor -dijo Patronio-, para que hagáis lo más conveniente, me gustaría mucho contaros lo que le sucedió a un genovés.
El conde le pidió que así lo hiciera.
Patronio comenzó:
-Señor Conde Lucanor, había un genovés muy rico y muy afortunado, en opinión de sus vecinos. Este genovés enfermó gravemente y, notando que se moría, reunió a parientes y amigos y, cuando estos llegaron, mandó llamar a su mujer y a sus hijos; se sentó en una sala muy hermosa desde donde se veía el mar y la costa; hizo traer sus joyas y riquezas y, cuando las tuvo cerca, comenzó a hablar en broma con su alma:
»-Alma, bien veo que quieres abandonarme y no sé por qué, pues si buscas mujer e hijos, aquí tienes unos tan maravillosos que podrás sentirte satisfecha; si buscas parientes y amigos, también aquí tienes muchos y muy distinguidos; si buscas plata, oro, piedras preciosas, joyas, tapices, mercancías para traficar, aquí tienes tal cantidad que nunca ambicionarás más; si quieres naves y galeras que te produzcan riqueza y aumenten tu honra, ahí están, en el puerto que se ve desde esta sala; si buscas tierras y huertas fértiles, que también sean frescas y deleitosas, están bajo estas ventanas; si quieres caballos y mulas, y aves y perros para la caza y para tu diversión, y hasta juglares para que te acompañen y distraigan; si buscas casa suntuosa, bien equipada con camas y estrados y cuantas cosas son necesarias, de todo esto no te falta nada. Y pues no te das por satisfecha con tantos bienes ni quieres gozar de ellos, es evidente que no los deseas. Si prefieres ir en busca de lo desconocido, vete con la ira de Dios, que será muy necio quien se aflija por el mal que te venga.
»Y vos, señor Conde Lucanor, pues gracias a Dios estáis en paz, con bien y con honra, pienso que no será de buen juicio arriesgar todo lo que ahora poseéis para iniciar la empresa que os aconsejan, pues quizás esos consejeros os lo dicen porque saben que, una vez metido en ese asunto, por fuerza habréis de hacer lo que ellos quieran y seguir su voluntad, mientras que ahora que estáis en paz, siguen ellos la vuestra. Y quizás piensan que de este modo podrán medrar ellos, lo que no conseguirían mientras vos viváis en paz, y os sucedería lo que al genovés con su alma; por eso prefiero aconsejaros que, mientras podáis vivir con tranquilidad y sosiego, sin que os falte nada, no os metáis en una empresa donde tengáis que arriesgarlo todo.
Al conde le agradó mucho este consejo que le dio Patronio, obró según él y obtuvo muy buenos resultados.
Y cuando don Juan oyó este cuento, lo consideró bueno, pero no quiso hacer otra vez versos, sino que lo terminó con este refrán muy extendido entre las viejas de Castilla:
El que esté bien sentado, no se levante.
Un día, un hombre fue a la joyería y dijo al joyero: -Quisiera pesar este oro. Préstame tu balanza. El joyero respondió: -¡Lo siento de veras, pero no tengo pala! -¡No, no! -dijo el hombre-, ¡yo te pido tu balanza! El joyero le dijo: -¡No hay escoba en este almacén! -¿Estás sordo? -dijo el hombre- ¡Te pido una balanza! El joyero nuevamente respondió:
-He oído muy bien. No estoy sordo. No creo que mis palabras estén desprovistas de sentido. Veo bien que careces de experiencia y que, al pesar tu oro, vas a dejar caer algunas partículas al suelo. Entonces me dirás:
"¿Puedes prestarme una escoba para que pueda recuperar mi oro?"
¡Y cuando lo hayas barrido, me preguntarás si tengo una pala! Yo veo el fin desde el principio. ¡Recurre a algún otro!"
Cuento sufí.
Yalāl ad-Dīn Muhammad Rūmī - Mathnawi”
"Nada se puede aceptar de un malvado, so pena de envilecerse".
Atribuida a Madame Roland
“Cada palabra, expresión facial, gestos, o acción por parte de un padre, le da al niño un cierto mensaje sobre la autoestima. Es triste que muchos padres no se den cuenta de los mensajes que están enviando”.
Virginia Satir
“Cuanto más conozco el mundo, más me desagrada, y el tiempo me confirma mi creencia en la inconsistencia del carácter humano, y en lo poco que se puede uno fiar de las apariencias de bondad o inteligencia.”
Jane Austen, “Orgullo y prejuicio”, (1813)
La ética de Taleb.
En el famoso cuento de Ahiqar, más tarde recogido por Esopo (luego nuevamente por La Fontaine), el perro alardea ante el lobo de todos los artilugios de comodidad y lujo que tiene, casi incitando al lobo a alistarse. Hasta que el lobo le pregunta al perro sobre su collar y se aterroriza cuando comprende el uso. “De todas tus comidas, no quiero ninguna.” Se escapó y sigue hoy corriendo. La pregunta es: ¿qué te gustaría ser, un perro o un lobo? La versión aramea original tenía un asno, en lugar de un lobo, mostrando su libertad. Pero a ese asno se lo come un león. La libertad conlleva riesgos: hay que poner la carne en el asador. La libertad nunca es gratis. Hagas lo que hagas, simplemente no seas un perro que dice ser un lobo.
Nunca intentes falsear un rango, lección por todos conocida en el reino animal.
Entre gorriones, los machos desarrollan rasgos secundarios que se correlacionan con su capacidad de lucha. El color más oscuro está asociado con el dominio. Sin embargo, el oscurecimiento experimental de los machos más claros no afecta su estado, porque el comportamiento no se altera. De hecho, estos pájaros más oscuros son asesinados, como me dijo una vez el investigador Terry Burnham: los pájaros saben que uno debe caminar el camino. [You need to walk the walk].
Los perfiles corporativos son los que, de forma contraintuitiva, corren mayor peligro. Mayor es la fragilidad cuanto más alto es su cargo.
Otro aspecto del dilema del perro contra el lobo: la sensación de falsa estabilidad. La vida de un perro puede parecer tranquila y segura, pero en ausencia de un dueño, un perro no sobrevive. La mayoría de las personas prefieren adoptar cachorros, no perros adultos. En muchos países, los perros no deseados son sacrificados. Un lobo está entrenado para sobrevivir. Los empleados abandonados por sus empleadores, como vimos en la historia de IBM, no consiguen reincorporarse.
En el National Mall se halla el sobrecogedor memorial de la Guerra de Corea, obra del escultor Frank Gaylord. 19 soldados de acero y una inscripción en la piedra: Freedom is not free.
La libertad tiene un precio.
Merece la pena pagarlo.
" Si te sientas junto al río el tiempo suficiente, verás flotar el cuerpo de tu enemigo"
Proverbio chino.
“Ardo en el infierno, hay parte de mí que no encaja en ningún lugar. Moriría en sus merenderos, ahogado por sus banderas, aporreado por sus canciones, aborrecido por sus soldados, corneado por su sentido del humor, asesinado por su inquietud. No soy como los demás. Ardo en el infierno, el infierno que yo mismo soy”.
Atribuida a Charles Bukowski
“Para mí, vivir es no tener prisa, contemplar las cosas, prestar oído a las cuitas ajenas, sentir curiosidad y compasión, no decir mentiras, compartir con los vivos un vaso de vino o un trozo de pan, acordarse con orgullo de la lección de los muertos, no permitir que nos humillen o nos engañen, no contestar que sí ni que no sin haber contado antes hasta cien como hacía el Pato Donald... Vivir es saber estar solo para aprender a estar en compañía, y vivir es explicarse y llorar... y vivir es reírse...”
Carmen Martín Gaite, “Caperucita en Manhattan” (1990)
"No es la conciencia del hombre la que determina su ser sino, por el contrario, el ser social es lo que determina su conciencia".
Con esta frase Marx trata de explicar un poco su ideología, donde el mismo aclara que tomo el compromiso de opinar sobre los intereses materiales. Investigando sobre este tema Marx obtiene como resultado general que los hombres establecen ciertas relaciones necesarias e independientes de su voluntad, las mismas son relaciones de producción que corresponden a una determinada evolución de sus fuerzas productivas materiales.
Más info: www.monografias.com/docs/Consigna-Explicar-La-Siguiente-Frase-No-Es-F3
John Barleycorn apela a la debilidad y al fracaso, al cansancio y al agotamiento. Él es la salida fácil. Y miente todo el tiempo. Ofrece falsa fuerza al cuerpo, falsa elevación al espíritu, haciendo que las cosas parezcan lo que no son y mucho más bellas de lo que son.
Jack London, John Barleycorn
“Resignación, porque los pueblos cuando tienen problemas no son rebeldes. El que tiene que comer todos los días no puede permitirse el lujo de perder por un acto de rebeldía el puesto de trabajo. La rebeldía siempre ha surgido de aquellos que comían todos los días. De aquí la gran culpabilidad de muchos intelectuales españoles, que comiendo todos los días, bien del pesebre o bien de su trabajo, no han sido capaces de decir basta a esta situación de degradación.”
Julio Anguita.
El problema no es que la gente carezca de educación.
El problema es que las personas están lo suficientemente educadas para creer lo que se les ha enseñado y no lo suficientemente educadas para cuestionar nada de lo que se les ha enseñado.
"Me gusta la gente capaz de entender que el mayor error del ser humano es intentar sacarse de la cabeza aquello que no sale del corazón".
Mario Benedetti, “La gente que me gusta” (1973)
La vida infinita busca
expresión a través de ti,
en forma de tus deseos.
Joseph Murphy
Había una vez un niño pobre que vivía en China y estaba sentado en la acera, a la puerta de su casa. Lo que más deseaba en este mundo era un caballo, pero no tenía dinero.
Justo ese día pasó por su calle una manada de caballos con un potrillo incapaz de acompañar al grupo. El dueño de la manada, que conocía el deseo del niño, le preguntó si quería el potro. Exultante, el niño aceptó.
Un vecino, al saber lo ocurrido, dijo al padre del niño que su hijo tenía mucha suerte.
El padre le preguntó por qué, y el vecino respondió:
-Su hijo quería un caballo, pasa la manada y le regalan un potrillo, ¿no es eso suerte?
-Puede ser una suerte o una desgracia, contestó el chino padre.
El niño cuidó el caballo con celo, pero un día ya crecido, el animal huyó. Esta vez el vecino dijo:
-¡Su hijo no tiene suerte! Le regalan un potro, cuida de él y cuando crece, huye.
-Puede ser una desgracia o también una suerte, repitió el padre.
Pasó el tiempo y un día el caballo regresó acompañado de una manada salvaje de 100 caballos.
El niño, que ya era un muchacho, consiguió cercarlos y adueñarse de todos. Y el vecino dijo:
-Su hijo tiene suerte, recibe un potro, lo cría, éste huye y vuelve con una manada de 100 caballos salvajes.
-Puede ser una suerte o una desgracia, respondió de nuevo el chino padre.
Más tarde, el joven se rompió una pierna mientras domaba a uno de los caballos.
El vecino entonces dijo:
-¡Su hijo no tiene suerte! El potro huye, vuelve con una manada salvaje y al domar a uno de los caballos se rompe una pierna.
-Puede ser una desgracia como puede ser una suerte, insistió el padre.
Días después, el reino donde vivían declaró la guerra al reino vecino. Todos los jóvenes fueron reclutados menos el que estaba con la pierna rota. Y el vecino dijo:
-¡Su hijo tiene mucha suerte!, a lo que el padre chino contestó:
-Puede ser...
Toda noche trae su día y todo día atrae la oscuridad. Sabiendo eso, el hombre sabio no se alegra con la dicha ni se ve perturbado por la desgracia.
Cuento chino
"Toda religión, incluso la católica (y especialmente la católica, precisamente por sus esfuerzos por permanecer 'superficialmente' unitaria, para no fragmentarse en iglesias nacionales y estratificaciones sociales), es en realidad una multiplicidad de religiones diferentes y a menudo contradictorias: hay un catolicismo de campesinos, un catolicismo de la pequeña burguesía y de obreros urbanos, un catolicismo para las mujeres y un catolicismo para intelectuales, en sí misma diversa e inconexa”.
Antonio Gramsci
menéame