Cuando pensamos en las fuerzas que nos moldean, inevitablemente recurrimos a los padres. Cualquiera que críe a más de un hijo, o que tenga un hermano, sabe intuitivamente que las relaciones entre hermanos desempeñan un poderoso papel a la hora de influir en quiénes nos convertimos. Desde hace tiempo, los psicólogos creen que los hermanos tienden a encontrar formas de diferenciarse unos de otros, afilando algunos bordes, suavizando otros, forzándose mutuamente a adoptar papeles que puedan coexistir en el espacio de su familia.