Vamos al lío con la receta.
Ingredientes:
Lo primero es hacer cortar en trozos pequeños, pero no mucho la panceta, para hacer los torreznos.


Los echamos en una sartén, para que se hagan en su propia grasa, y de vez en cuando le quitamos el exceso echándolo en un recipiente a parte.

Una vez hechos, y después que enfríen un poco para no quemarnos, hacemos un segundo picado, más pequeño para echar a la bechamel.
Para la bechamel, echamos la cucharada de margarina o mantequilla, y cuando se esté derritiendo echamos el chorro de aceite de oliva y lo logramos bien.
Echamos ahora la cebolla bien picadita para que no se noten los trozos, pero que se note el sabor, y una pizca de sal. Cuando veamos que empieza a dorar echamos los torreznos picados y mezclamos, para después echar la harina y la pizca de nuez moscada, y ligamos bien todo hasta que nos quede una masa cremosa uniforme.

Bajamos a fuego medio y vamos incorporando la leche poco a poco, ligando bien todo con una lengua o espátula, hasta que nos quede una bechamel cremosa.

Lo echamos en una bandeja y lo reservamos en la nevera. A mí me gusta dejarlo para el día siguiente (al menos 12 horas), el fin es que la bechamel enfríe lo suficiente para poder manejarla y hacer las croquetas.
Pasado el tiempo de enfriado, preparamos dos recipientes, uno con los huevos batidos y una pizca de sal, y otro con el pan rallado.
Con la ayuda de dos cucharas, (o con las manos o una manga pastelera, al gusto) vamos haciendo las croquetas, las pasamos por el huevo y el pan rallado, y las dejamos en una bandeja.

En una cazo hondo o una sartén con fondo (o freidora) con aceite limpio echamos las croquetas cuando esté bien caliente, pero sin echar humo y controlamos para que se doren (hay que recordar que la bechamel ya está cocinada, solo es dorar la croqueta). Sacamos a un recipiente con papel absorvente.




Y listas para obstruir las arterias. A disfrutar.
Esta receta es muy sencilla y los ingredientes son fácilmente intercambiables. Si no te gustan los rebozuelos, puedes usar champiñones, setas de cardo, trompetillas, sitakes, etc. Lo mismo ocurre con el queso, si no te gusta el rulo puedes cambiar por cualquier otro (aunque si tiene un sabor demasiado intenso, como ocurre con quesos como los azules o el feta, puede tapar el resto de sabores). Soy de la vieja escuela, no peso la comida, la calculo a pizcas, poquicos y puñados. Como no es repostería, no necesitas medidas exactas, deja volar tu imaginación
Ingredientes:
1 patata hermosa por comensal.
1 yema de huevo por patata.
1 cebolla roja de tamaño mediano-pequeño por cada dos patatas (puede no ser morada pero queda muy resultona a la vista)
1 puñadico de rebozuelos secos por patata (si usas setas frescas deberás echar un puñadico más generoso)
1 medallón pequeño de rulo por cada dos patatas (si el medallón es grande, echa cuentas)
Si usas setas que no estén deshidratadas y tienes a mano un poco de caldo de verduras o carne, estupendo.
Queso parmesano
Trufa (totalmente opcional, pero queda rica, obviamente, es trufa, cómo no va a estar deliciosa).
Preparación:
Lava las patatas, salpimentalas estando húmedas, mételas en papel albal y ponlas a asar en el horno (normalmente, temperatura 200º, calor arriba y abajo, en patatas grandes se necesita una hora). Puedes comprobar que están bien cocidas pinchando con un palillo o brocheta que debe entrar con absoluta facilidad.
Mientras las patatas se asan, pon a hidratar los rebozuelos. Para ello, pon agua a hervir en un cazo (no pongas un exceso de agua calcula un vasito de agua por puñadico de setas). Cuando el agua hierva, la apartas del fuego y echas las setas. Las dejas infusionando cerca de una hora.
Mientras se asan las patatas y se hidratan las setas, pica la cebolla y póchala en una sartén.
Escurre los rebozuelos hidratados (importante, reserva el agua donde los has hidratado, que se habrá puesto de color marrón oscuro). Pícalos (no demasiado pequeños) y añádelos a la cebolla pochada hasta cocinarlos.
Saca las patatas del horno cuando estén asadas, córtalas longitudinalmente, vacíalas con una cuchara y cuidado, no queremos que se rompan, y echa el contenido en un bol. Añade a ese bol la mezcla de cebolla y setas, el queso rulo, la yema, salpimenta y añade (poco a poco, vete poco menos que a cucharadas) algo del líquido de hidratar las setas (si te pasas y queda muy líquida la mezcla no podrás rellenar las patatas). Lo que sobre del líquido puedes aprovecharlo para hacer risoto, por ejemplo. Mezcla bien los ingredientes. Si has usado setas frescas, en lugar del agua de hidratar los rebozuelos puedes usar un poquito de caldo que tengas a mano. Si no tienes, tampoco pasa nada.
Salpimenta las patatas vacías, rellénalas, ralla un poco de trufa y un poco de queso parmesano por encima y gratínalas en el horno.
Para acompañar, es perfecta una ensalada verde y crujiente, sin aliños pesados.
menéame