Apenas queda nada de lo que antes se llamaba conciencia de clase obrera. Es más, muy pocos se ven como "obreros", en todo caso "trabajadores". Es lo que somos la gran mayoría, pero tampoco tenemos marcada esa identidad ni nos sentimos parte de una misma clase trabajadora. ¿Por qué ocurre esto?
Hace unos días, en una entrada sobre por qué pagamos impuestos, comentaba sobre el individualismo egoísta difundido en las últimas décadas con las ideas neoliberales, en oposición al concepto de sociedad. Con ese egoísmo algunos defienden no pagar impuestos, ya que se ahorrarían un pico de sus ingresos, pero no entienden cuánto les costaría que no existiese nada de lo que pagamos con ellos.
El individualismo egoísta nos ha impregnado a todos, al menos en parte, aunque no nos demos cuenta. Se han desdibujado ideas que formaban parte del debate público, como sociedad o bien común. Y con ellas se han perdido los conceptos de unidad y clase social.
Sin esos conceptos no podemos tener identidad de clase. Y sin ésta no es posible la lucha de clases. Por eso Thatcher y toda la derecha neoliberal niegan el concepto de sociedad.
El individualista no pelea por su clase, únicamente por sí mismo, por eso se queda solo. No es como las kellys o los reponedores del super, por supuesto. Ni siquiera como los trabajadores de otras categorías en su empresa. Le importa lo suyo. Si otros hacen huelga, le molesta. Si por una vez él quiere huelga, los demás son insolidarios por no defender SUS intereses. No existe la clase porque no entiende lo común, sólo existe el YO, individual y egoísta.
Curiosamente, con otras identidades no hay problema. Nuestro amigo trabaja, pero también es un inversor: tiene 27 acciones del Santander y 400€ en un fondo. El banco le envía cartas explicando lo que conviene a inversores como él. Y lo tiene claro, lo que le viene bien, individualmente, es que bajen los impuestos a los beneficios del capital... aunque no haya un instituto público en 20km a la redonda y tenga que pagar las cuotas "voluntarias" de un concertado para sus hijos.
Quizá nos reconozcamos en alguna de las cosas que menciono. No somos conscientes de hasta que punto es omnipresente ese individualismo egoísta. Y tenemos que unirlo al otro gran éxito de las últimas décadas: todos somos clase media, por lo que tampoco tiene sentido la lucha de clases. Ya sabes, el frutero de la esquina es de clase media e inversor, como Amancio Ortega y como tú, que eres administrativo, pero la funcionaria del DNI es una privilegiada...
Mucha gente que se considera de izquierda piensa así. Y a menudo culpan a otros identitarismos de la falta de conciencia de clase. En especial a identidades feministas o de género, pero sorprendentemente nunca a identidades nacionalistas, liberales o anticomunistas, por ejemplo. Ni a otras, bendecidas por el capitalismo y de las que también podría alegarse que desmovilizan políticamente, como ser gamer, futbolero, trekkie, o cualquier otra cosa que "somos".
Pero es absurdo. Ser feminista no impide sentirse de clase trabajadora, como tampoco ser un gamer. Es más, la llamada izquierda identitaria es de los pocos colectivos que están dispuestos a movilizarse, a diferencia del individualista inversor patriótico, que cuesta horrores sacarle del sofá y prefiere culpar de su salario ridículo al gobierno en lugar de a su empresa, que lleva varios años en record de beneficios por las subidas de precios. Esto puedes verlo en cualquier manifestación pro-derechos laborales o servicios públicos: buena parte de los que están son los mismos que acuden a manifestaciones pro-derechos LGTB+ o feministas. Ellos sí se movilizan.
Quizá por eso la derecha odia tanto a la izquierda identitaria. En esa izquierda hay gente que entiende lo que significa unidad y defensa de lo común, no actúan sólo como individuos egoístas, y por eso son de los pocos a los que aún les queda algo de conciencia de clase.