Este fue durante mucho tiempo el mecanismo narrativo de la Iglesia: si amas a Dios, paga las putas del cura. Paga el arreglo del tejado. Haz a la Iglesia heredera universal de tus bienes, porque así te dirán misas, y a tu alma le irá mejor, porque Dios acepta sobornos y desgrava infierno a cambio de dinero. Si amas Dios, pon velas, dona cuadros, compra bulas, suelta la pasta.
Si amas a Dios, demuéstralo con la cartera , no sólo moviendo los labios. Un creyente es el que dona la finca, el que paga su diezmo, el que ofrece la primicia de su cosecha, su vaca y su cordero.
Y les funcionó.
Y ahora, tan previsibles ellos, vienen los izquierdistas a decirnos que si eres un buen patriota, paga alegre tus impuestos. No discutas. Son para educación y sanidad. Si crees que te exprimen o te extorsionan, eres un mal patriota. Porque si amas a tu país tendrás que pagar por él, agacharte, poner más de lo que se te pide y nunca, jamás, resistirte a los recaudadores, porque sólo los traidores y los miserables se resisten a los recaudadores. Patriota es el que paga. Patriota es el que no esconde un duro. Porque se puede discutir cómo se gasta, pero ni una palabra de cómo se recauda. Porque la lucha es el camino, pero no contra los recaudadores. Ante esos, docilidad y apoquinar, que es lo que hace un buen ciudadano.
A ver cuándo inventan algo nuevo en vez de copiar las mierdas de la Iglesia.
Ya les vale.