No sabemos perder. Y el argumento está en que tampoco sabemos ganar. La historia no ha sido muy generosa con España y las victorias y, de alguna manera, hemos ido heredando una frustración identitaria que nadie se ha atrevido a curar. Porque aquí, intentar solucionar los problemas que vienen de lejos se entiende como ‘abrir heridas’ y preferimos cerrar en falso, como si los sentimientos desapareciesen con los años. Y cuando llega un éxito, la falta de costumbre hace que lo vivamos con una intensidad, con desproporción.
|
etiquetas: españa , mundial