Hace ahora un año, la OCDE publicaba Panorama de la Educación 2013, el informe más completo sobre los resultados educativos de los países en función de su gasto. Los datos que recogía no podían ser más desesperanzadores para el sistema educativo español: el grado de autonomía de los centros es mínimo; los incentivos de los profesores, nulos; y los resultados académicos, cada vez peores. De hecho, en varias categorías, estamos entre los que más gastamos, pero no logramos sacar un buen rendimiento a esos recursos.
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