Netanyahu no es el único responsable público de la horrible desintegración que se desarrolla ante nuestros ojos. Él, sus miembros de Gobierno y los diputados de la coalición están liderando abiertamente este terrible proceso. Su culpa es total. Y los medios de comunicación, que les sirven con enfermiza obediencia y llevan a cabo para ellos el proceso de hipnosis masiva, y todo aquel que ocupa o aspira a una posición de liderazgo, que no establece límites morales y no presenta una alternativa, lleva consigo esta responsabilidad.