Ha pasado 20 años en prisión, es consciente de la atrocidad de su crimen, lo considera imperdonable y así lo confiesa. Parece que, al menos en este caso, la cárcel ha cumplido su función rehabilitadora.
Ojalá más medios se atrevieran a publicar historias como esta. Podría ser de ayuda para prevenir este problema.
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Espero que cuelgue su cabeza en el salón, es lo que su padre querría
Pd lo siento por ambos