Arrastro por el pasillo el cable del cargador sin pensar lo que hago, y se queda trabado. Me giro a mirar y veo a un Shakespeare con mofletes hinchados y pupilas dilatadas sujetándolo con la boca. Menea el rabo y me mira. Se lo muevo, lo suelta y lanza una pata. Luego la mala. Y otra... Se lo paso por encima y se revuelca para cazarlo. Tiro un poco, se levanta, lo sigue cuatro pasos y se le doblan las patas de atrás.
He tenido que dejar que lo cace y asesine mientras me quitaba un noséqué del ojo... Sólo va a la arena si lo llevamos. Come muuy poco, y de la mano. Pero hoy bebió sólo, sin jeringuilla, me siguió por el pasillo al ver el cable. Y ya no llora.
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#2 Y los diferentes baños de hormonas en el útero materno, que son independientes de nuestros cromosomas, también afectan a nuestra condición de seres sexuados. Como por ejemplo en el caso de las personas transexuales, quienes reciben en los genitales una hormonación distinta a la del cerebro. O las personas con un desarrollo intermedio de los genitales