Akiles, la distopía cada vez más cerca

Hoy, para variar un poco, querría hablaros de un prometedor proyecto empresarial:

Se llama Akiles y es una app de control de accesos. El juego del logo de la a con el candadito está bien buscado, el nombre en sí no sé si tanto. La idea es sencilla, en lugar de ir con una tarjeta o un código, u otros sistemas biométricos para acceder, por ejemplo, al puesto de trabajo, se propone que el acceso se facilite en función de la geolocalización del propio móvil, en el caso de mi experiencia, el personal.

Y la idea podría estar bien si hubiera alguna manera de garantizar que esa geolocalización se limita a brindar acceso, pero me temo que una vez se le conceden los permisos oportunos, los empleadores, o cuanto menos la plataforma, tiene acceso a la localización de los trabajadores, sin límite espacial ni temporal. Como esas pulseras del tobillo que controlan las órdenes de alejamiento, algo parecido pero para los esclavos. Digo, los siervos. Quiero decir, los trabajadores.

No voy a negar que yo cada día soy más suspicaz y más reacio a ciertas tecnologías. Cuando la tecnología es la herramienta que permite el control y la opresión, al carajo con ella.

Y lo pensaba el día del apagón, quiero decir, al final la informática y la agilidad en las transacciones es la que posibilita ciertos grados de acumulación. Imagínate ir a cobrar puerta por puerta el alquiler de 100 inmuebles que tengas arrendados, ¡sería casi como trabajar! Y sólo para poner la mano.

Así que los chavales que se las prometen tan felices, presuntamente vendiendo la privacidad del resto, y que prevén facturar 10 kilos el año que viene, me temo que van a acabar teniendo una sorpresa desagradable con la gente de protección de datos. Mírales qué guapos, si hasta sus madres estarán orgullosísimas de que nos vendan a todos como putas:

www.ejeprime.com/empresa/akiles-se-consolida-en-accesos-digitales-y-ap

No sé de qué mierda de escuelas de negocios salen estas lumbreras, un poco jóvenes, pero igual eran compañeros de pupitre del CEO de Glovo, que parece que sigue ignorando de forma sistemática e impune las sentencias que ya tiene en contra, parece que al final el único negocio rentable es socavar los derechos del resto. Algo a la postre muy parecido a un atraco, que podríamos llamarlo “redistribución de fondos por imperativo unilateral”, porque, si te contratan en un curro, ¿cómo negarse a instalar la app super-chachi-molona que abre la puerta sola? Y que te tiene localizado 24/7 imagino que sin ningún control de ninguna clase sobre esos datos.

Si es que uno es pura envidia, sus madres orgullosas de que se forren cual ratas traidoras y la mía asqueada de que escriba estas mierdas: “siempre te tienes que quejar de todo”, seguro que diría. De todo lo que hay que quejarse, sí. Ése es el mérito.

Pero lo que tiene más guasa es que el fundador sea un tal Salame, si se lo explicas a un argentino le cuadraría todo rápido... Para que luego digan que no me intereso por el mundo empresarial.