Lo más desazonador, sin embargo; lo más peligroso, incluso, es el silencio de un juez ante las mentiras de dos testigos con el fin de apuntalar su proceso contra el fiscal general del Estado que osó desmentir el bulo confesado del asesor de Ayuso y publicado a ciegas por canales que se dicen "periodísticos". Ángel Hurtado ha hecho de esta instrucción delirante su salida de la carrera judicial por la puerta grande de la gloria partidista, esto es, la puerta de la deshonra de cualquier juez que se precie. Y en esta democracia no pasa nada.