La política europea lleva años necesitando rostros que puedan justificar su narrativa moral. Venezuela funciona como un tablero perfecto: un país dividido, un gobierno polémico, y una oposición cómoda para Occidente. En ese mapa, Corina Machado es útil. [...] Oslo la recibe con cámaras. Bruselas la consagra con discursos. Instituciones que deberían ser neutrales como el Comité del Nobel se permiten decirle a un presidente en ejercicio que renuncie. Ese cruce de moralidad impostada y política intervencionista no es neutralidad: es injerencia.