Posiblemente seamos recordados en el futuro como la generación más americanizada de la historia; la que —en los unipolares noventa —vivió el peak de la hegemonía cultural del Imperio washingtoniano. La anterior, desde luego, ya hacía con ganas l’americano: la célebre canción en la que Tonino Carosone satiriza a los amantes del whisky con soda y el rock’n’roll es de 1954. Pero el peso de lo nacional y de lo proveniente de otros países en el conjunto de su consumo cultural era mayor que entre nosotros.
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