Aunque el cerebro no puede sentir dolor, los dolores de cabeza son muy reales. La clave está en las estructuras sensibles que lo rodean y envían señales al cuerpo. Aunque pueda parecer extraño, el cerebro en sí no duele. Esto se debe a que no posee receptores del dolor, los sensores encargados de detectar estímulos dolorosos. Sin embargo, el entorno que lo rodea, como las meninges, los vasos sanguíneos, los nervios del cráneo y los músculos del cuello y la cabeza, sí cuenta con estas terminaciones nerviosas.