La obsesión de los humanos por volar es tan antigua que incluso queda retratada en la leyenda griega de Ícaro, de más de 3.000 años de antigüedad. Según esta, el arquitecto Dédalo, padre de Ícaro, construyó unas alas de plumas y cera para que su hijo pudiera volar. El invento fue un éxito, pues el joven logró alzar el vuelo, como los pájaros, pero se acercó tanto al Sol que la cera se derritió, haciéndole caer en picado y morir.
Comentarios
#3 Lo siento mucho, no volverá a suceder
Fue carrero blanco
#2 ¡Qué original! Nunca lo había oído.
#3 Dicen que ese día pusieron en muchos bares "sólo servimos vino tinto, que el blanco está por las nubes".
#2 ese fue el que lo consiguió
Da Vinci, el inventor sin inventos.
No era de Córdoba, era de Ronda.
¿Y el primer homínido? ¿Quién fue?