Hace 9 años | Por andras a yorokobu.es
Publicado hace 9 años por andras a yorokobu.es

Los muros del barrio socialmente dañado gritan. Gritan en muchas ocasiones lo que los ciudadanos que viven en él ni siquiera pueden susurrar. El suburbio es un lugar proclive a que sus habitantes callen y sus muros hablen. El habitante del suburbio responde a un código de silencio muy preciso que nada tiene que ver con el del cine delincuencial. Por propia supervivencia conoce lo que se puede decir en voz alta, lo que se puede hacer y lo que no. Utiliza para ello dos herramientas tan accesibles y básicas como la pared y el espray .