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Mandarines y bandoleros: la insólita historia del flan chino
Corrían los años 50 cuando el empresario lucense José Ferro Rodeiro tuvo conocimiento de los estudios sobre las propiedades del agar-agar que había llevado a cabo otro español, el químico Alfredo Valdés García. Aquel extracto de algas gelatinoso que comenzaba a utilizarse en los Estados Unidos como agente solidificante para el cultivo de microorganismos con fines farmacéuticos, se utilizaba desde hacía siglos como aditivo alimentario en el sudeste asiático.
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