Las mujeres del mundo (de internet) preguntaron a los hombres que las rodean y, efectivamente, compartieron su perplejidad porque al parecer el Imperio Romano es una cosa en la que los hombres piensan muy a menudo.
Las mujeres deberían saber que todas la medidas de los muebles de Ikea están relacionadas con el ancho del culo de dos mulos que ya se definió para las calzadas romanas y bla bla bla...
En cambio a los hombres en vez de ir a Ikea preferimos ir al futbol por que el campo tiene la medida de un estadio, que es una medida de longitud usada por Roma y por Grecia.
Si no sabes cualquier cosa, busca el camino de la sabiduría y descubrirás que también conduce a Roma.
El hombre con el que vivo tiene muy poco de macho alfa (es un cumplido), hace la cama y la compra, friega los platos, cambia el arenero del gato y baja la basura. Yo soy una mujer con una profesión, con aficiones y con una vida social más intensa de hecho que la de él. Este no es un artículo sobre las tareas del hogar ni sobre la carga mental, y hasta donde pueda considerarse compartimos en mayor o menor medida responsabilidades y derechos. Y, sin embargo, cuando mi marido se aburre, busca en Google cuántos kilómetros medía la llanura de Cannas.
Cuando un hombre está absorto en lo se siempre, en imaginar o contemplar bellas y sensuales mujeres, y la mujer pregunta "¿en qué piensas?", si no estamos rápidos podemos llegar a decir "estooooo... en el Imperio Romano... sí, en eso".
Pero no, estamos pensando en lo de siempre.
¿Vosotros con qué frecuencia pensáis en el imperio romano? Al preguntarmelo mi novio se empezó a reír porque coincidimos igual que la gente que salía en un vídeo que vio. A ver si es la misma.
Yo creo que es porque cagaban y charlaban en grupo, y luego compartían la esponja de lavarse. Eso hace amigos, sin duda. A las tías y los hombres blandengues seguro que les daría asco.
Yo pienso todos los días en los romanos, tan sexis, con piernas de culturistas, meando juntos, en camaradería, comiendo y sin engordar, aireaditos que andaban, y bañándose en cualquier lago o alguna que encontraban.
El único problema, es que ir en carro con los adoquines, hacia cada meneo que ni te cuento cómo se movía todo.
Comentarios
En las fiestas que montaba Calígula, por ejemplo.
Donde las empezabas en Cesaraugusta y te despertabas una semana después prisionero de Astérix.
Las mujeres deberían saber que todas la medidas de los muebles de Ikea están relacionadas con el ancho del culo de dos mulos que ya se definió para las calzadas romanas y bla bla bla...
En cambio a los hombres en vez de ir a Ikea preferimos ir al futbol por que el campo tiene la medida de un estadio, que es una medida de longitud usada por Roma y por Grecia.
Si no sabes cualquier cosa, busca el camino de la sabiduría y descubrirás que también conduce a Roma.
#9
Quién no quiso ser Neron, de parte de Nerón. Pues aún cuando Espartaco luce cachas en la peli; acabo crucificado.
Mundos condenados a no entenderse
¿A quién no le va a gustar un imperio romano del siglo primero?
#12
Pues el siglo V tiene su jugo tb.
El hombre con el que vivo tiene muy poco de macho alfa (es un cumplido), hace la cama y la compra, friega los platos, cambia el arenero del gato y baja la basura. Yo soy una mujer con una profesión, con aficiones y con una vida social más intensa de hecho que la de él. Este no es un artículo sobre las tareas del hogar ni sobre la carga mental, y hasta donde pueda considerarse compartimos en mayor o menor medida responsabilidades y derechos. Y, sin embargo, cuando mi marido se aburre, busca en Google cuántos kilómetros medía la llanura de Cannas.
Bonitiña ¡vai cagar!
Que colección de tópicos menos interesante
Porque nos gusta el calzado romano. Las sandalias esas atadas hasta la rodillas. No hay ningún otro motivo
Aquí en España seguramente sea por las novelas de Posteguillo.
#1 Yo soy mas de la toga que te permite ir suelto de la entrepierna.
#2 te permite ir con el posteguillo entreabierto.
#2 las estoy leyendo con avidez, son una maravilla.
#1 No hombre, lo que nos gustas son las falditas de tablas que llevaban los centuriones.
Odio los estores. He dicho.
A ver, es que entender la decadencia de la república requiere darle vueltas
Cuando un hombre está absorto en lo se siempre, en imaginar o contemplar bellas y sensuales mujeres, y la mujer pregunta "¿en qué piensas?", si no estamos rápidos podemos llegar a decir "estooooo... en el Imperio Romano... sí, en eso".
Pero no, estamos pensando en lo de siempre.
¿Vosotros con qué frecuencia pensáis en el imperio romano? Al preguntarmelo mi novio se empezó a reír porque coincidimos igual que la gente que salía en un vídeo que vio. A ver si es la misma.
Yo siempre pienso en qué han hecho los romanos por nosotros.
Si, yo siempre estoy pensando qué coño hicieron los romanos por nosotros, aparte de dejarnos Tarragona llena de ruinas.
Varias veces al día, a decir verdad.
definitivamente porque no hay una leyenda negra persiguiendo el relato del imperio romano.
Yo creo que es porque cagaban y charlaban en grupo, y luego compartían la esponja de lavarse. Eso hace amigos, sin duda. A las tías y los hombres blandengues seguro que les daría asco.
Será por las bacanales romanas.
y quien no?
#8 yo mismo
#8 Esp digo yo. ¿A quién no le va a gustar un baptisterio romano del siglo primero?
Serán los de este siglo, por que los del pasado pensaban más en Imperio Argentina.
"¿la caidita del imperio romano?". ¿En qué otra cosa podríamos pensar?
Chiquito, precursor
A mí me interesan las novelas de Asimov del imperio galáctico. No tiene nada que ver. Cero paralelismos.
Yo pienso todos los días en los romanos, tan sexis, con piernas de culturistas, meando juntos, en camaradería, comiendo y sin engordar, aireaditos que andaban, y bañándose en cualquier lago o alguna que encontraban.
El único problema, es que ir en carro con los adoquines, hacia cada meneo que ni te cuento cómo se movía todo.
La duda es si a las mujeres se las educa de una manera o si las mujeres son de una manera. Posiblemente sean ambas cosas, aunque no podría asegurarlo.
No sabía que a los demás también les pasaba.
¡Ave!