Un día de 1674, en una de las villas del Tucumán, una cuadrilla de bandidos, tras robarle toda la tienda a un mercader, se escondieron en una casa que encontraron en la gruta de una montaña, bien apartada del pueblo; y decidieron pasar allí la noche, para ocultarse de los alguaciles que los estaban buscando. La dueña de la casa, una mujer de origen español llamada Claudia, de unos cuarenta años, acogió a los bandidos y los escondió en un cuarto.
Comentarios
¡Qué tiempos aquello cuando no cortaban la farlopa!
«Llamaron a su marido de aquella casa para que fuese a tocar el arpa; allí las brujas le dieron la coca, que le hizo mucho daño, pues llegó pasada la media noche del día siguiente, ladrando como si fuera un animal»
El arpista, el DJ del siglo XVII
Es una historia ideal para contar en la cena de navidad, me la guardo.
Menuda milonga.