es una bendición pero también es una maldición. Recordando que ejercer la propia voluntad es “un desafío moral que conduce a la náusea”, el colectivo de filósofos existencialistas ha alertado de que, ante el fin del estado de alarma y la vuelta al libre albedrío puede suponer “una situación angustiosa para muchas personas”.
“Y, puesto que sin el estado de alarma no hay principios ni reglas ajenos que rijan nuestros actos, no tenemos excusas con las que poder justificar nuestras elecciones y estamos, por tanto, condenados a ser libres”, según estos filósofos.
Queremos la libertad para emborracharnos, para hacernos daño. La pulsión de muerte y autodestructiva de nuestra sociedad no tiene límites. Estamos muertos por dentro
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“Y, puesto que sin el estado de alarma no hay principios ni reglas ajenos que rijan nuestros actos, no tenemos excusas con las que poder justificar nuestras elecciones y estamos, por tanto, condenados a ser libres”, según estos filósofos.
Magistral. Sartre aprueba este meneo.
Camus también lo aprueba, libertad quién te llamó?
Queremos la libertad para emborracharnos, para hacernos daño. La pulsión de muerte y autodestructiva de nuestra sociedad no tiene límites. Estamos muertos por dentro