Hace 30 días al llegar a mi casa me encontré con una gata callejera. No soportaba verla en su estado y al principio era desafiante con todo. Estaba escuálida y aunque sólo me acercase a observarla o con mis mejores intenciones me bufaba y enseñaba los dientes furiosa. Observaba con cautela cada uno de mis movimientos y estaba aterrorizada. Pero no nos íbamos a rendir y a cuidarla con todo nuestro corazón.
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Clavadito.