Yo viví con una tía buena, pero buena buena, era una insoportable, cerda a más no poder, se tiraba llorando todo el puto día y hablaba con sus padres por skype horas y horas, en polaco además.
Cuando te vas a duchar en tus primeros días, ves que el desagüe no traga y ves que hay un matorral de pelazos negro que han desarrollado una sustancia gris que no quiero saber lo que es, entonces piensas...esto no compensa.
Yo vivo con un fumeta (mi hermano, aunque ahora ya no es tan hardore) y solía cenarse bocadillos de salchichas calentadas al microondas (ni en freirlas se molestaba) y latas de mejillones. Al día siguiente te encontrabas la mesa llena de migas, la encimera con gotas del escabeche de los mejillones, y en la mesa de la sala un cenicero lleno de chustas. Aunque ya no es tan sumamente cerdo te sigues encontrando en su habitación vasos de colacao reseco de hace dos dias, montañas de ropa en el suelo, y el otro día una bolsa con un plato con restos de comida reseca y mohosa y un cuchillo totalmente adherido. El horror!
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Yo viví con una tía buena, pero buena buena, era una insoportable, cerda a más no poder, se tiraba llorando todo el puto día y hablaba con sus padres por skype horas y horas, en polaco además.
Cuando te vas a duchar en tus primeros días, ves que el desagüe no traga y ves que hay un matorral de pelazos negro que han desarrollado una sustancia gris que no quiero saber lo que es, entonces piensas...esto no compensa.
Si os surge la duda de si compartir piso con alemanes o con alguna tribu antropófaga y coprofílica, no lo dudéis ni un segundo, optad por la tribu.
#1 Y si os surge la duda de compartir piso con argentinos o con alemanes, elegid a los alemanes.
#2 Los cojones, me quedo con los Argentinos que ademas suelen cocinar de puta madre!
#4 Pues que sea mudo
#1 Comentario xenóbofo totalmente innecesario.
#0 Muy bueno el de la tía buena
Como dijo un amigo hace unos años a la hora de elegir compara de piso:
"Ande o no ande, la de testas grandes"
Al final cayo una belga
Yo vivo con un fumeta (mi hermano, aunque ahora ya no es tan hardore) y solía cenarse bocadillos de salchichas calentadas al microondas (ni en freirlas se molestaba) y latas de mejillones. Al día siguiente te encontrabas la mesa llena de migas, la encimera con gotas del escabeche de los mejillones, y en la mesa de la sala un cenicero lleno de chustas. Aunque ya no es tan sumamente cerdo te sigues encontrando en su habitación vasos de colacao reseco de hace dos dias, montañas de ropa en el suelo, y el otro día una bolsa con un plato con restos de comida reseca y mohosa y un cuchillo totalmente adherido. El horror!
Verdad, como la vida misma.