Han sido meses de tensión, dimisiones sonadas y acusaciones de sabotaje que parecían más propias de un drama televisivo que de un foro de ingeniería. La comunidad de desarrollo del kernel de Linux, históricamente unida bajo la batuta de Linus Torvalds, ha vivido su particular cisma por culpa de un lenguaje de programación. Pero tras meses de incertidumbre y de un ambiente que el propio Torvalds llegó a calificar de "casi religioso", la batalla ha llegado a su fin con una victoria definitiva.