La demanda de Lawrence Klein acusa a la empresa de emplear una estrategia de obsolescencia inducida para forzar el cambio a Windows 11. Y sí, todo ello añadiendo como piedra angular las ventajas relacionadas con la IA. Su petición legal exige que se mantenga el soporte hasta que la cuota de mercado de Windows 10 caiga por debajo del 10%. La demanda plantea cuestiones relevantes sobre seguridad, derechos del consumidor y poder corporativo, todo ello en un contexto de transición tecnológica forzada y con poco margen de maniobra temporal.